jueves, 29 de mayo de 2008

Iniciativa Mérida: un triunfo, no una imposición

29-May-2008

Razones

Jorge Fernández Menéndez

Iniciativa Mérida: un triunfo, no una imposición


Estamos, como país, como sociedad, tan agobiados en la agenda coyuntural, encerrados en un discurso tan vacío, que ignoramos los acontecimientos en el mundo, incluso en relación con nuestro país. No nos lleva a la reflexión que, a pocos kilómetros de nuestras aguas territoriales, cuatro empresas, entre ellas Petrobras, hayan encontrado un nuevo yacimiento a nueve mil metros de profundidad, mientras ya están explorando otros, tanto allí como en Cuba. Nosotros seguimos discutiendo la “constitucionalidad” de las reformas petroleras.

Lo mismo sucede con la seguridad, cuando se habla de “replantear la estrategia” (sin decir qué entienden por ello) y, peor aún, al llegar a temas tan concretos como la Iniciativa Mérida. En los últimos días, luego de la aprobación de ésta en el Senado de Estados Unidos, hubo una estampida de declaraciones sobre la “imposición” de ese país en temas de seguridad. Como ya lo hemos señalado aquí, hay quien dijo que ello implicaría hasta la participación de México en la guerra de Irak o quien pidió una comisión legislativa para ver “cómo se iban a utilizar” los recursos de ese programa, sin comprender que, en la Iniciativa Mérida, no está involucrado un solo dólar en efectivo, se trata de un amplio programa de apoyo en equipos y formación profesional. Tampoco es una imposición de Estados Unidos, por el contrario, la propuesta surgió de México y le da forma y contenido a buena parte del esquema de cooperación en seguridad con la Unión Americana. Y, al contrario de lo que se ha dicho en múltiples foros, se trata de un éxito, en muchos ámbitos, que debería ser reconocido como tal.

¿Por qué un éxito? Primero, porque es una propuesta del gobierno mexicano que la Casa Blanca aceptó prácticamente sin regateos. Una propuesta que permite establecer un mecanismo de cooperación abierto, transparente, que, a diferencia, por ejemplo, del Plan Colombia, sólo involucra equipos y formación profesional y no incluye ningún mecanismo operativo extranacional. Un ejemplo: ayer, algunos medios publicaron que EU “impondrá” a México aparatos para la revisión aduanal. No impone nada: es una solicitud mexicana y el tipo de cooperación que se debe buscar, con Estados Unidos y cualquier otro país, en esas condiciones. ¿En qué consiste la “imposición”? En que el Departamento de Estado entregará al gobierno mexicano 68 equipos de escáner para instalarlos en todas las aduanas del país con el fin de detectar drogas, armas y contrabando. Los equipos, los mismos que usa la aduana estadunidense, se entregarán sin costo y con el compromiso del contratista para brindar formación, durante un año, a personal aquí, además de garantizar el servicio a los mismos. México actualmente cuenta con tres equipos de esas características. Tendremos 68 más y serán parte de ese paquete de cooperación. ¿Suena a una imposición? Más aún, en ese contexto, el gobierno de Estados Unidos esta misma semana entregó una lista de dos mil armas compradas en las armerías de la frontera y que presumiblemente ingresaron a México. Con sus registros se puede seguir el tránsito de esas armas y las rutas de aprovisionamiento del narcotráfico. La ATF nunca había hecho algo similar. Y eso es parte de la Iniciativa Mérida.

Un segundo punto. Se realizó un trabajo notable con la Casa Blanca y el Congreso, en plena época electoral. La Casa Blanca no puso reparos en la iniciativa e incluso entregó al Congreso la propuesta que le había hecho llegar el gobierno mexicano. En el Capitolio, cuando fue presentada, se habló de reducirla a 250 millones de dólares y establecer muchas limitaciones, en consonancia con la mala estrategia demócrata de poner condiciones a la relación con países latinoamericanos (por esa razón, el Congreso de EU no ha aprobado, hasta el día de hoy, el Tratado de Libre Comercio con Colombia). Luego del trabajo hecho por México con los equipos de Barack Obama y Hillary Clinton, además de con los principales legisladores de su partido, la propuesta se aprobó con fondos de 400 millones de dólares para 2008 y sin condiciones. Pasó al Senado, donde se volvió a aprobar con el apoyo de los demócratas, aunque se estableció un fondo de 350 millones, con una serie de consideraciones sobre derechos humanos que no tendrían por qué ser rechazadas en nuestro país. Pero allí tampoco se decidía la verdadera ley: ésta debe pasar ahora a un comité de ambas cámaras para establecer el mecanismo y las cantidades definitivas.

En ese contexto, hubo otro hecho que increíblemente pasó desapercibido en México. El viernes 23, en un cambio de 180 grados con respecto a las posiciones públicas que había expresado anteriormente (aunque ya en un par de textos en la campaña en Texas había adelantado algunos de estos puntos), Barack Obama, en un discurso en Miami, expresó su apoyo a la lucha contra el narcotráfico en México, respaldó las acciones del gobierno en ese sentido y dijo que la Iniciativa Mérida debía ir “mucho más allá” en términos de cooperación con nuestro país. En otras palabras, Obama propone ir más allá de lo que aceptó Bush, de lo que se ha aprobado en el Congreso, y le pide a los legisladores de su partido que le den luz verde a la Iniciativa. No recuerdo que ningún funcionario del gobierno federal o dirigente de algún partido haya retomado la declaración de quien probablemente sea el próximo presidente de Estados Unidos.

No nos engañemos: buena parte de todo lo que gira en torno a la Iniciativa Mérida es un éxito político, de seguridad y diplomático para México. Resulta incomprensible, incluso desde ciertos ámbitos federales, que se quiera convertir un triunfo parcial, pero real, en una derrota o una imposición. Ahora bien, si alguien cree que México no debe buscar cooperación internacional para la lucha contra el narcotráfico, que se diga de una vez.

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