Contexto Nacional
Por: Jorge Fernández Menéndez
Publicado en: Periódico Excelsior Fecha: Viernes, 23 de Mayo de 2008
Nos quieren alinear como soldados en su plan hemisférico de seguridad y en sus guerras internacionales, es más peligrosa (la Iniciativa Mérida) que intervenir solamente en México. Quiere Bush no solo intervenir en México sino colocarnos en los frentes de batalla de Irak, en los frentes de batalla de todo el mundo y decir que somos parte de todo este plan de seguridad mundial de Estados Unidos”.
“Nos quieren alinear como soldados en su plan hemisférico de seguridad y en sus guerras internacionales, es más peligrosa (la Iniciativa Mérida) que intervenir solamente en México. Quiere Bush no solo intervenir en México sino colocarnos en los frentes de batalla de Irak, en los frentes de batalla de todo el mundo y decir que somos parte de todo este plan de seguridad mundial de Estados Unidos”. Quien habla no es el presidente de Irán, de Corea del Norte o nuestro inefable Hugo Chávez, sino el diputado perredista Juan Guerra, vicecoordinador de la fracción parlamentaria de ese partido. El razonamiento es, sencillamente, descabellado: es vergonzoso por absurdo, por desinformado y por la ignorancia con que se debate un tema clave en la seguridad nacional y global. Y Juan Guerra es un político serio pero que, como buena parte del PRD, parece vivir una suerte de segunda juventud y han redescubierto las pasiones (políticas) y el discurso de los años 60 y la guerra fría.
Sobre la Iniciativa Mérida se han dicho muchas cosas y la mayoría son falsas. Es verdad que no deja de llamar la atención que el propio gobierno tenga tantas dificultades para explicar una propuesta que no proviene de la Casa Blanca sino de Los Pinos y que, como fue planteada genera enormes beneficios para el país. La Iniciativa Mérida surgió de un estudio previo a la visita del presidente Bush a la capital yucateca, encargado por el presidente Calderón a sus áreas de seguridad: quería saber qué se hacía en la cooperación con Estados Unidos en ese ámbito. Para sorpresa de muchos, se puso de manifiesto que existía una larga lista de temas de colaboración que estaban en curso, pero dispersos, con acuerdos establecidos entre dependencias sin ninguna coordinación entre sí y que existían acuerdos sin un presupuesto claro que los respaldara. En números, Estados Unidos proporcionaba, sin ningún control estricto, aproximadamente 26 millones de dólares en diversos programas. El estimado que se hizo demostró que, en realidad, para cumplir con esos compromisos recíprocos, la inversión que hacia o tenía que hacer México era de cerca de 500 millones de dólares anuales. Se le presentó la propuesta a Bush en Mérida y éste se comprometió con ella. Los números finales, los acuerdos se dieron en las semanas posteriores en una serie de reuniones en las que participó la cancillería, la embajada y los diversos organismos de seguridad de México. En la Iniciativa Mérida no existe un solo rubro que involucre dinero en efectivo: todos los capítulos que se incluyen en ella son de equipos y de apoyo para la formación y entrenamiento de personal. Los rubros mayores son para equipos militares de control de fronteras, radares, helicópteros y algunos aviones especiales. Existen partidas importantes también para sistemas de recopilación de información y formación de personal.
Todo eso se hace o se intenta hacerlo ahora, con o sin Iniciativa. Son programas de beneficio para el país pero también son parte de los compromisos que tiene México (y que debemos mantener por nuestra propia seguridad nacional esté Bush, McCain, Obama o Hillary en la Casa Blanca) en el ámbito regional y global. La diferencia es que con la Iniciativa Mérida, como estaba planteada, el gobierno estadounidense financiaría la parte en la que de una u otra manera está involucrado y se ve beneficiado.
No hay en la Iniciativa Mérida, una sola línea que incluya el “alineamiento de soldados”, la participación en “frentes de batalla en Irak y de todo el mundo”. Es una tontería que cualquiera sabe que resultaría inaceptable e inviable. Se podrá argumentar en todo caso que se involucra a México en esquemas globales de seguridad. El hecho es que México siempre ha estado involucrado y desde el 11-S esa participación es un compromiso de la enorme mayoría de la comunidad internacional, salvo que se considere que el terrorismo o el crimen organizado no son un peligro para las sociedades democráticas, gobiernen la Casa Blanca los republicanos o los demócratas, viva en los Pinos un mandatario panista, priista o perredista. Hoy México participa activamente en todo ese proceso y lo hace con un grado relativamente alto de eficiencia y confianza de la comunidad internacional.
El problema real no es que Bush nos “quiera mandar a Irak” o alguna locura por el estilo. La Iniciativa Mérida tiene un origen, parte de un interés tan mexicano que, como muchas otras cosas, no es comprendida en Estados Unidos y se ha convertido, como el Tratado de Libre Comercio o la migración, en un capítulo más de una campaña electoral que está marcada por el populismo y la demagogia, particularmente en el lado demócrata pero también en la derecha republicana. El fracaso de la administración Bush, la difícil situación económica del país, el empantanamiento de la guerra en Irak, y una campaña donde los Obama y Hillary están dispuestos a hacer lo que sea para quedarse con la candidatura y Mc Cain para tratar de revertir las encuestas, mientras muchos legisladores saben que su futuro está en juego, ha dado por resultado un retroceso que no se veía desde los tiempos de Ronald Reagan en la relación con México. En última instancia lo que no se comprende de la Iniciativa Mérida, exactamente al contrario de lo que dicen algunos, no es que debamos entrar en ella porque nos la impone Estados Unidos, sino porque es de interés nuestro pero resulta, por eso mismo, clave para la seguridad de la región.
Con o sin Iniciativa Mérida, México debe seguir interpretando su papel y debe seguir insistiendo en que exista una corresponsabilidad del otro lado de la frontera en el esfuerzo que se realiza en nuestro país no sólo en el ámbito de la seguridad sino también a partir de la integración social, económica, comercial que existe con la Unión Americana, independientemente, insistimos, de quien gobierne en la Casa Blanca y en Los Pinos.
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