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miércoles, 30 de junio de 2010

Era Jesus Mendívil el vínculo de El Mayo con el Gobernador

Enrique Mendívil "El Gallo" era vínculo de Ismael "El Mayo" Zambada con el Gobierno de Jesús Aguilar, y a la vez el narcotraficante es compadre de Jesús Vizcarra Calderón, aseguró ayer Manuel Clouthier Carrillo.
En conferencia con medios de difusión, dijo que el asesinado líder ganadero y el propio Vizcarra, candidato del PRI, Nueva Alianza y Verde a la Gubernatura, ejercieron una actitud de jerarquía sobre el Mandatario sinaloense.
El Diputado federal del PAN advirtió que el crimen de quien fuera candidato a regidor en la fórmula de Héctor Melesio Cuén para la Alcaldía, no haya tenido la suficiente atención de medios, por el asesinato de reos en un penal de Mazatlán, ocurridos el mismo día.
"Esa nota, no tuvo la preponderancia de análisis, ni periodística, ni de discusión, ni de ponderación, ni de cuestionamiento, ni de ningún tipo, que debió haber tenido un hecho como tal", concluyó.
Mendívil, afirmó Clouthier Carrillo, parecía intocable.
"Era alguien que sabemos le hablaba 'golpeado' al Gobernador; a mí quienes me afirman que le hablaba 'golpeado' a Jesús Aguilar, cuando me lo decían gente que estuvo presente presenciando una conversación telefónica 'le habla golpeado al Gobernador, igual que Vizcarra'", narró ante decenas de reporteros.
Esto dibuja, dijo, quiénes son o quiénes eran los que mandaban.
"Y quién era el empleado ahí", acotó.
Todos sabían, añadió, la relación de Mendívil con el grupo en el poder.
"Primero, en la época de Antonio Toledo Corro con Inés Calderón, era precisamente el vínculo entre Inés Calderón y el gobierno toledista, y hoy sabíamos también, que era entre otros, el vínculo del 'Mayo' Zambada con el Gobierno de Jesús Aguilar Padilla.
"No era fortuito pues, que le hablara 'golpeado' al Gobernador", aseveró.
A Clouthier Carrillo se le cuestionó qué elementos y pruebas hay de que Mendívil era el enlace de "El Mayo" con Aguilar.
"¡Pero esto es conocido!, no era fortuito que el señor presidiera la asociación ganadera, siempre que tienes un personaje enredado, medio extraño, a qué se dedica, 'a ganadero, dicen'; todo mundo sabía, la Feria Ganadera misma, ¿qué es en Culiacán?, sino un festín, con determinado perfil, para que festejen determinados personajes.
"Es conocido incluso que en ese evento, entiéndase la Feria Ganadera, hay en un día especial, en las noches un evento de los caballos, un evento privado, en donde están personajes vinculados al crimen organizado, y los caballerangos les hacen las presentaciones de animales de alta escuela, y se presenta en privado, esto es conocido", abundó.
Sobre la declaración inicial del Procurador, en el sentido de que la ejecución era un "ajuste de cuentas", señaló que lo que debiera preguntarse es "de quién".
"Aquí puede haber sido el crimen organizado, puede haber sido la narcopolítica, pueden haber sido los contrarios, pueden haber sido ellos mismos, o sea, se da un hecho donde se habla de un operativo de varias unidades, de una persecución, ¿alguien tiene conocimiento de que haya habido una movilización?
"Yo no tuve conocimiento de eso, si están persiguiendo a alguien de esa talla, ¿no hubo una llamada por ahí, que haya provocado de una movilización por parte de la autoridad?", cuestionó.
El Diputado añadió que debe preguntarse a quién se le vendieron las instalaciones de la vieja Feria Ganadera.
"¿Qué otros terrenos están en la mira de esta camarilla mafiosa?, se habla del terreno de Cocosin, que está frente a la UdeO, se habla del Club Campestre Chapultepec, se habla del Country Club, se habla de que pretenden realmente quedarse con los grandes terrenos que quedan en Culiacán, obvia decir, después de que ya se quedaron con los del Tres Ríos.
"Ahí está el de la Feria Ganadera, cómo se dio, quién se quedó con él, hay muchas cosas qué preguntar, y después de eso, dónde quedaron los centavos", añadió.
Sobre los supuestos vínculos de "El Mayo" Zambada con Vizcarra, señaló que la pregunta que le hiciera Mario López Valdez en el segundo debate, sobre el compadrazgo de ambos, no es lo importante.
"Yo no veo un problema en la pregunta, veo el problema en la falta de respuesta, es la parte seria de esto, es decir, es conocido, volvemos al tema, que sí es compadre el señor, y además hay dos tipos de compadres, hay unos compadres donde tú les pides que sean tus compadres, y hay otros compadres, que ellos te piden, que sean tus compadres.
"¿Y de qué tipo es el compadrazgo de Jesús Vizcarra con el "Mayo" Zambada?, y todo indica que es del tipo, donde Jesús Vizcarra le pidió que fuera el padrino de su hijo. Y esto nos dice cuáles son los valores que Jesús Vizcarra visualiza en una persona, para que esté al pendiente de su chamaco. Sí hay un compadrazgo, el señor sigue omitiendo aceptarlo, y por otro lado, insisto, es del tipo de los que él pidió", agregó.
--¿No tiene miedo en lo que declara, en lo que denuncia?
--Es que tengo más miedo callar, mucho más miedo callar, hay que hablarle a las cosas por su nombre, espero que la sociedad entienda lo que está en juego en esta elección, no es una vacilada lo que está pasando, están en juego las libertades, está en juego la vida, está en juego el futuro de Sinaloa, no el mío.


No dará Aguilar declaración

Ayer, el equipo de trabajo del Gobernador Jesús Aguilar Padilla confirmó que el mandatario sinaloense asistió a las exequias del candidato a la Gubernatura de Tamaulipas, Roberto Torre Cantú, asesinado el lunes. Se buscó la reacción de Aguilar Padilla por los señalamientos de Manuel Clouthier.
El departamento de Comunicación Social informó que el Gobernador no había dado ni daría ninguna declaración en torno al tema de Enrique Mendívil, ni a otro tema. La agenda del Gobernador para hoy está en blanco.


"Primero, en la época de Antonio Toledo Corro con Inés Calderón, era precisamente el vínculo entre Inés Calderón y el gobierno toledista, y hoy sabíamos también, que era entre otros, el vínculo del 'Mayo' Zambada con el Gobierno de Jesús Aguilar Padilla".


"Es que tengo más miedo callar, mucho más miedo callar, hay que hablarle a las cosas por su nombre, espero que la sociedad entienda lo que está en juego en esta elección..."


Manuel Clouthier Carrillo
Diputado federal por el PAN

martes, 29 de junio de 2010

Detienen al lider de los Garibay

El área de inteligencia de la PEP lo seguía desde hacía tres meses. Lo ubicaron aquí como el más poderoso contacto del cártel de Sinaloa. Trabajaba directamente para Joaquín “El Chapo” Guzmán y es compadre de Ismael “El Mayo” Zambada. Se trata de Manuel Garibay Espinoza.
El capo declaró a sus captores que para él trabajaba Vicente Zambada “El Vicentillo”, hoy preso en una cárcel de Chicago. Que recientemente le decomisaron cuatro toneladas de droga en Chiapas, pero que se le quedaron tres y media en Colombia y una en México. Todas del cártel de “El Chapo”.
Explicó Garibay que su rompimiento con Benjamín y Ramón Arellano a finales de los noventa, se debió porque los hermanos le cobraron nueve millones de dólares por una droga que les pertenecía pero que le fue decomisada a Garibay en Los Ángeles, California. Entonces, molesto, él puso a Ismael Higuera “El Mayel” y a Gilberto Higuera Guerrero “El Gilillo” para que los detuviera, y se integró al cártel de Sinaloa.
Hasta que el jueves 24 de junio, elementos de la Policía Estatal Preventiva lo detuvieron cuando manejaba su Toyota Tacoma por las calles del Ejido Mezquital en Mexicali. Manuel Garibay no conocía límites para el trasiego de droga. En México operaba criminalmente en Jalisco, Morelos, Distrito Federal, Sinaloa, Sonora, Colima y Baja California; por ahí atravesaba la droga que cruzaba a los Estados Unidos.
Tenía trato directo tanto con Ismael “El Mayo” Zambada como con Joaquín “El Chapo” Guzmán, y estaba encargado personalmente de una ruta de tráfico de cocaína que partía de Cali, Colombia, hasta Estados Unidos, pasando por Mexicali. Su nombre: Manuel Garibay Espinoza, una pieza clave en la estructura del Cártel de Sinaloa.
Además tenía el control total de las tienditas de venta de cocaína y crystal tanto en el valle como en la ciudad de Mexicali.
Encabezaba una banda junto con dos de sus hermanos, José Luis y Gerardo, que operaba sobre todo en la zona sureste de Mexicali, en el poblado Pescaderos, pegado a la frontera con Sonora en el llamado rancho de los Garibay.
En ese lugar en octubre del 2002, a raíz del asesinato del agente de la policía ministerial Federico Alvidrez Viramontes, las autoridades localizaron una fosa clandestina y armas de diversos calibres. En aquel momento no hubo detenidos.
En 1998 la agencia norteamericana contra las drogas (DEA, por sus siglas en inglés) le siguió la pista a un grupo criminal que operaba en Mexicali y Caléxico al que denominaron el Cártel de Calecia y que comandaba Sergio Campos Salcido, quien hasta la fecha no ha sido detenido. De acuerdo al reporte testificado de un agente especial de la DEA, al antecedente de ese grupo tenía que ver con un personaje que estaba vinculado al grupo de los Arellano Félix, pero que se había cambiado de bando al Cártel de Sinaloa con Ismael “El Mayo” Zambada y después fue detenido en Estados Unidos y pasó a ser testigo protegido: Manuel Garibay Espinoza.
A este jefe del grupo conocido como Los Garibay se le atribuyó el asesinato de siete sinaloenses que fueron secuestrados en el Valle de Mexicali en junio de 1999 en la zona de Pescaderos. Los tres autos en que viajaban estos jóvenes fueron encontrados en partes, en el canal Reforma.
Posteriormente cuando detuvieron a otro de los participantes, detalló cómo los habían levantado y llevado hasta el rancho para asesinarlos en grupo y luego quemarlos para desaparecer evidencias.
A Manuel Garibay Espinoza se le vinculó también con un comandante de la entonces Policía Judicial Federal, Armando Martínez Duarte, “El Loco Duarte”, adscrito a Mexicali en ese entonces y hoy preso en el penal de Alta Seguridad, antes Almoloya, hoy conocido como La Palma.
El 2 de marzo del 2002 fue asesinado en San Luis Río Colorado, Sonora, el comandante de la policía municipal José Antonio Pineda Rodríguez. El crimen fue atribuido a Garibay Espinoza ya que una semana antes había sido detenido por el jefe policiaco a raíz de una infracción menor de tránsito y fue traslado a la PGR donde quedó libre tras el pago de la fianza.
A las cuatro semanas, de acuerdo a la investigación oficial, regresó para cobrar la deuda y lo asesinó, luego desapareció del mapa de la región, se fue a Sinaloa y fortaleció contactos con la gente que ya se había relacionado: Ismael Zambada y el Joaquín Guzmán.
En julio del 2004 fue asesinado el comandante de la Policía Ministerial en Mexicali Humberto Armenta y las autoridades atribuyeron el crimen a lo que quedaba de este grupo delictivo. En noviembre del 2006 una hermana de Garibay Espinoza fue asesinada cuando abrió la puerta de su residencia en Jardines del Valle, en Mexicali.
Entre el 2002 y 2008 fue el hijo, Manuel Espinoza Félix, quien heredó el liderazgo delictivo y se involucró en una serie de asaltos a empacadoras y secuestros de agroempresarios en el Valle de Mexicali.
Garibay Félix fue detenido en Los Ángeles en junio del 2008 y deportado a Baja California donde fue recluido en Mexicali y posteriormente trasladado a un penal del centro del país. Su padre (capturado el 24 de junio de 2010) regresó a Mexicali en 2009 y a base de homicidios y levantones retomó el control del narcomenudeo en la plaza.
Otro Garibay, José Luis, capturado en Estados Unidos y actualmente preso en el penal de El Hongo, donde también está Gerardo, fue aprehendido en Michoacán en el año 2000 y trasladado, amparo de por medio, hasta el mismo penal bajacaliforniano que su hermano.

viernes, 25 de junio de 2010

Detalla Manuel Garibay nexo con Colombia

La Secretaría de Seguridad Pública de Baja California informó que Manuel Garibay Espinoza, "El Meño", relató haber iniciado en el crimen organizado en 1992 al formar parte de la organización criminal de los hermanos Arellano Félix, para luego trabajar como enlace de cárteles colombianos con "El Chapo".

"Mencionó que fue en el año de 1995 que decidió desligarse de la organización de los Arellano Félix por una disputa de droga, ya que lo obligaron a pagar un cargamento que decomisaron las autoridades norteamericanas en Los Ángeles, California", refiere un comunicado.

"Confesó ser el enlace directo entre los cárteles de droga de Colombia y la organización criminal de Sinaloa comandada por Joaquín 'El Chapo' Guzmán, actividad por la que obtenía ganancias millonarias", agrega.

En sus primeras declaraciones, Garibay detalló que la cocaína llegaba México en cuatro embarcaciones propiedad de "la empresa", la droga era escondida en los tanques de combustible de los barcos, que recorrían la ruta Colombia-Panamá-México.

Por cada embarque de droga que Garibay lograba introducir al País, obtenía una ganancia del 15 por ciento del valor del embarque, lo que representaba entre 3 y 4 millones de dólares.

Una vez que los cargamentos de cocaína llegaban a México vía marítima, entregaba la droga a Ismael Zambada García alias "El Mayo" o directamente a Joaquín "El Chapo" Guzmán Loera, quienes se encargaban del trasiego hacia Estados Unidos, declaró Garibay a las autoridades en Baja California.

Además, el Subprocurador contra la delincuencia organizada en Baja California, Fermín Gómez, indicó que Garibay Espinoza tiene pendientes en Baja California al menos cinco órdenes de aprehensión por homicidio, secuestro y asociación delictuosa.

El funcionario agregó que las órdenes de aprehensión por homicidio son contra policías de Mexicali, aunque hay pendientes al menos una decena de averiguaciones previas por diversos delitos.

Garibay, de 52 años, fue detenido ayer en un operativo en el Valle de Mexicali y era el responsable del tráfico de cocaína de Cali, Colombia, a México, para la organización de Ismael "El Mayo" Zambada y Joaquín "El Chapo Guzmán Loera, de acuerdo con la Secretaría de Seguridad Pública Estatal.

Garibay se había cambiado el nombre, pero fue reconocido por su fisonomía, indicó Gómez.

Destacó que las averiguaciones previas contra Garibay datan del 2002 y 2004.

"Estaba siendo buscado por la Procuraduría General de Justicia Estatal en virtud de que contaba con cinco órdenes de aprehensión, por homicidio, asociación delictuosa y secuestros; es un criminal de alto nivel", apuntó.

"Podríamos hablar de más de una decena de averiguaciones previas que efectivamente datan de años anteriores, algunas de ellas han sido remitidas a la SIEDO (PGR)", agregó.

Afirmó que el Cártel de Sinaloa ha querido obtener el control para el trasiego de drogas en Baja California.

Gómez dijo que aún quedan pendientes órdenes de aprehensión para integrantes del grupo criminal de Garibay y contra el mismo delincuente aprehendido.

viernes, 18 de junio de 2010

Falla levanton en Sinaloa

La sobrina del líder de los ganaderos de Sinaloa, Enrique Mendívil Flores, quien fue ejecutado la tarde del pasado lunes, sufrió un atentado la noche del jueves en la capital estatal y del cual resultó ilesa, pero un empleado del Ayuntamiento de Culiacán perdió la vida.

La Policía Municipal de la capital sinaloense indicó que durante los hechos, otra persona resultó lesionada.

La sobrina del ganadero es María Mendivil Sánchez, de 28 años, conducía un vehículo sobre la Avenida Nicolás Bravo a la altura del Bulevar Lucenilla, en la Colonia Balcones de Nuevo Culiacán cuando fue interceptada por una camioneta Isuzu, de la cual descendieron varios sujetos armados con rifles de alto poder y pistolas, tratando de someter a la joven pero ésta logró escapar algunos metros.

María Mendivil perdió el control del volante y se impactó contra el camellón central de dicho bulevar, acto que los sicarios utilizaron para salir huyendo.

Un hombre que se encontraba en el sitio ayudó a la mujer a bajar del automóvil del camellón cuando los delincuentes regresaron al lugar, abriendo fuego contra las personas que estaban en el vehículo, perdiendo la vida Cesar Eduardo Camacho Armenta.

lunes, 14 de junio de 2010

Ejecutan a Enrique Mendívil, líder de los ganaderos en Sinaloa

Enrique Mendívil Flores, ex regidor priista en el trienio de Aarón Irízar y actual dirigente de la Unión Ganadera Regional de Sinaloa, fue ejecutado este mediodía cuando circulaba en un vehículo sobre la avenida Álvaro Obregón, a la altura del parque Ernesto Millán Escalante, antes parque 87.

De acuerdo a reporte preeliminar, el líder ganadero viajaba en su vehículo, una camioneta Toyota blindada, dplacas VKT 1840, de sur a norte cuando fue atacado por gatilleros que viajaban en varias unidades y ultimado cien metros antes de llegar a la avenida México 68.

Los gatilleros dispararon con fusiles R15 y proyectiles calibre en más cien ocasiones, de acuerdo a un recorrido visual de Ríodoce en el lugar de los hechos. También lo atacaron con proyectiles calibre 50, uno de los cuales no impactó en la unidad y terminó intacto sobre el asfalto. Otro de los mismos impactó en la casa de un vecino de la colonia Buenos Aires, ocasionándole daños en el techo, el tinaco del agua y la tubería.

Junto con Mendívil viajaba un escolta que resultó herido y fue trasladado a un hospital.

El guardia, adscrito a la Dirección de Servicios de Protección, fue identificado como Antonio Vizcarra Beltrán, quien fue llevado a un hospital.

En el año 2008, un chofer que trabajaba para él fue ejecutado por una de las calles de la colonia Guadalupe. Los pistoleros le arrojaron una granada que no explotó.

Mendívil Flores, de acuerdo a unas fichas de inteligencia de la Dirección de Gobierno, fue vinculado con el narcotráfico y actualmente estaba dentro de la lista de regidores por mayoría dentro de la propuesta del ex rector Héctor Melesio Cuen Ojeda, candidato a la alcaldía por la alianza "Para Ayudar a la gente".

Registros civiles y testimonios exhiben a Vizcarra

Reacio a reconocer su parentesco con Inés Calderón Quintero, el narcotraficante muerto a tiros en 1988, las relaciones familiares del candidato a la gubernatura, Jesús Vizcarra Calderón, quedan claramente expuestas por los registros civiles de Durango, por testimonios recogidos en la tierra de sus padres y por la viva voz de doña María Calderón López, su madre.

El jueves de la semana antepasada, la periodista Denise Maerker publicó en su programa Punto de partida un bloque de notas sobre candidatos bajo la sospecha de estar relacionados con el narcotráfico, en el cual figura Jesús Vizcarra Calderón, que encabeza en Sinaloa la Alianza para ayudar a la gente.

Del trabajo periodístico, realizado por el reportero José Antonio Mandujano, destacó la declaración de la madre del candidato, María Calderón López, pues afirma algo que su hijo había negado sistemáticamente durante más de dos décadas: que él e Inés Calderón Quintero, el narcotraficante asesinado en Culiacán en 1988, eran parientes.

“El papá de él —se refiere a Inés Calderón Godoy— era pariente muy lejano de nosotros”, dijo doña María.

Tres días después, cuando Vizcarra fue cuestionado por El Debate sobre ese parentesco que siempre había negado, no solo calló, sino que soltó contra el diario una andanada de reclamos rabiosos y descompuestos.

Pero más allá de la declaración de María Calderón están los registros civiles, donde reposan las actas de nacimiento de cada una de las familias en cuestión, donde los apellidos se cruzan en algún momento, le guste o no al candidato.

Las palabras no bastan

Don José López León tiene 76 años y fue encontrado por Ríodoce pintando el portal de su casa. “Hay que tenerla lista —dice—, porque en estos días recala la familia.

Vive en Las Higueritas, municipio de Tamazula, Durango, la pequeña comunidad donde nació y vivió doña María Calderón y que es atravesada por una carretera que llega hasta Chapotán, el pueblo donde nació el narcotraficante Inés Calderón Quintero, hijo de Inés Calderón Godoy, primo segundo de doña María.

Chapotán, antes San Joaquín Chapotán, fue fundado en la segunda mitad del siglo pasado por el misionero jesuita Hernando Santarén. Aquí termina el asfalto pero no los pueblos. Más adelante, ya por pura terracería, está La Mantecosa, una vieja comunidad conformada por no más de diez familias y ochenta habitantes, la mayoría viejos, mujeres y niños, donde nació Isabel Vizcarra Rodríguez, padre del alcalde de Culiacán.

Es el suroeste de Durango, donde la mayoría de las comunidades son bañadas por las aguas que bajan de la sierra y están más identificadas con la cultura y subcultura culichis, debido a su cercanía con la capital de Sinaloa.

Guadalupe de Jesús Vizcarra Calderón nació en Culiacán el 17 de marzo de 1960, pero sus raíces y parte de su historia se forjaron entre estos pueblos, de los que se fue alejando, dicen sus parientes, después de que mataron a Inés Calderón Quintero, el 26 de marzo de 1988.

“Hasta aquí llega —cuenta don José López—, porque tiene familia; la María también viene a ver a su gente”. La casa donde nació doña María se ve desde el portal de la vivienda de don José. “Yo la puse de novia con Chabelo”, recuerda en voz alta, con picardía de viejo.

En los pueblos de Tamazula todos aseguran el parentesco entre Inés Calderón y Jesús Vizcarra.

“Aquí todos los Calderón somos parientes”, sostiene Moisés Calderón, detrás del mostrador de la tienda Conasupo, ubicada en Chapotán, contra esquina de la casa donde nació Inés Calderón Quintero. Doña Rosario Félix, su madre, de 90 años, todavía le queda memoria para introducirse a la selva genealógica de los Calderón, los Quintero, los Imperial, los León, los Sosa, los Romero, los López…

Porque estos son los apellidos que gravitan en torno a dos hombres marcados por la fama, uno por haber alcanzado lugares prominentes en el negocio de las drogas, y el otro por haber construido de la noche a la mañana un emporio ganadero tatuado, desde su origen, por la sospecha.

De acuerdo con los registros civiles, recogidos por Ríodoce en Tamazula, Durango, el parentesco entre Jesús Vizcarra e Inés Calderón es, por lo menos, de cuarta generación, pero es, de eso no hay duda.

La madre del candidato a la gubernatura se llama María Calderón López, hija de Albino Calderón León. El padre de Inés Calderón Quintero se llamaba Inés Calderón Godoy, hijo de Inés Calderón León.

Sin embargo, a pesar de tener los mismos apellidos, los abuelos de uno y de otro no son hermanos pero sí primos, pues el de Jesús Vizcarra es hijo de Ismael Calderón Romero y Rosa León, mientras que el de Inés Calderón Quintero es hijo de Rómulo Calderón y Asunción León.

Y es aquí donde la sangre de uno y de otro, la del legendario narco y la del candidato a la gubernatura, se cruzan. Lo reconozca o no Jesús Vizcarra.

Adiós al terruño

Aunque los padres de Vizcarra se habían trasladado a Culiacán desde los años cuarenta, nunca dejaron de visitar su tierra. Viajaban con frecuencia a Las Higueritas a visitar a sus familiares y en un principio llegaban hasta La Mantecosa, la tierra de los Vizcarra, pasando por Chapotán, la tierra de los Calderón.

Pero luego de la muerte de Inés Calderón Quintero se fueron desterrando. En Chapotán, los pobladores afirman que Vizcarra ya no volvió después de ese hecho. Y los viajes de doña María se hicieron cada vez más lejanos. La última vez que se miró a Chuy en Chapotán fue cuando murió su tío abuelo Ismael Calderón, en febrero de 1987.

Pocos hablan y poco de las actividades ilícitas en que se vio envuelto el Inecillo, uno de los 14 hijos de Inés Calderón Godoy y de doña Elisa Quintero López.

“Pues nomás que tenía mucho dinero, que tenía tierras y ranchos por donde quiera, y avionetas… y bodegas llenas de costales de dólares”, dice quedito Moisés Calderón.

Los mismos pobladores de Chapotán cuentan las circunstancias en que murió Calderón Godoy, el padre del narcotraficante.

“Ya de viejo gateaba como niño chiquito… jugando a los carritos: perdió el juicio, tal vez porque lo secuestraron dos veces”.

Narran que Inés Calderón Godoy presumía el dinero de su hijo; que tenía costales llenos de dólares, bodegas llenas del “billete verde”. Hasta que lo secuestraron los mismos trabajadores de uno de sus campos. La primera vez lo soltaron pronto. Pero luego lo volvieron a secuestrar y ahora sí le sacaron una lana. Después empezó a perder la noción de las cosas. Y así murió, el 5 de mayo de 2001.

Sombra de la sombra

Con los años, no solo sería Inés Calderón una sombra maldita para Jesús Vizcarra, un hombre que después de haber logrado éxitos empresariales decidió probar suerte en la política. El dinero no basta, se dijo: quiero el poder.

Ya había hecho relaciones en Sinaloa pero también en México, incluso en los Estados Unidos, donde consiguió inversionistas para sus empresas.

Logró penetrar en la clase empresarial de Sinaloa que primero lo rechazaba por el estigma de estar “lavando dinero” del narcotráfico. Después ya no solo se decía que había inyectado a Vizur dinero de Inés Calderón, sino que tenía también una relación empresarial y de compadrazgo con Ismael Zambada García, el Mayo.

Así se mantuvo hasta diciembre de 2009, cuando el diario Reforma publicó las fotografías donde Vizcarra, ya encarrerado por la gubernatura de Sinaloa, apareció en una fotografía tomada en el rancho Puerto Rico, en compañía de los padres de Inés Calderón, Ismael Zambada y otros narcotraficantes.

El Inecillo quedó atrás. Ahora la sombra de Vizcarra era el Mayo.

No era casual que en dichas fotografías aparecieran juntos Inés Calderón Godoy y su esposa, doña Marisela Quintero, un hijo de Baltazar Díaz (otro narcotraficante muerto en enero de 1995 en el Distrito Federal, y que había sido de los pioneros, junto con Inés Calderón, en el tráfico de cocaína a gran escala) y el Mayo Zambada.

En los años ochenta conformaban un grupo compacto; eran amigos, socios, compadres. Por eso también es creíble el compadrazgo de Vizcarra con Zambada, aunque la hoja de registro en la Iglesia haya sido arrancada del libro de bautismos para eliminar evidencias.

Inés: ficha no autorizada

De acuerdo al acta de nacimiento número 46 del 9 de marzo de 1955, radicada en el Registro Civil de Tamazula, José Inés Calderón Quintero nació el 27 de abril de 1954 en la localidad de Chapotán, municipio de Tamazula, Durango.

Hijo de Inés Calderón Godoy (1918-2001) y de Elisa Quintero López, nacida en 1928, tuvo tres hermanos (René, María del Rosario y Mélida) y se casó en primeras nupcias con Juana Meza Angulo, originaria de Tamazula, con quien procreó tres hijos: José Inés, Paúl René y Elizabeth.

Inés Calderón se sentía orgulloso de su nombre. Así se llamaban su padre y su abuelo, por lo menos. Así que decidió regar nombre y apellido por donde podía pasar. A todos sus hijos reconoció y, como dicen en la sierra, “patrimonió”.

En Sonora se casó en segundas nupcias con Olga Lidia Bazúa Heras, una hermosa mujer originaria de Empalme que había sido Señorita Sonora. Tuvo con ella dos hijos, José Inés y Olga Lidia, a los cuales heredó una incalculable fortuna, en bienes y dólares que guardaba celosamente en bodegas insospechadas.

Semanas después de que Inés murió acribillado por el comandante de la Policía Judicial Federal, Guillermo González Calderón, en su propia recámara y en presencia de su esposa embarazada, la viuda empezó a adquirir bienes millonarios (ranchos, fincas, casas, tierras), algunos de los cuales pasaron por un tiempo a custodia legal del abogado Enrique Mendívil Flores, ex regidor priista, actual presidente de la Unión Ganadera Regional de Sinaloa y señalado por fichas de Inteligencia del Gobierno estatal, por sus presuntas relaciones con el narcotráfico.

Al Inecillo se le conoció otro hijo Inés, pero este de apellidos Calderón Bazán, que procreó con Laura Bazán, a la que conoció cuando era secretaria del Juzgado Segundo Civil.

Muchos de los bienes de Inés Calderón, que estaban a nombre de amigos y compadres, se perdieron. En Chapotán cuentan la historia de un compadre del narco que se resistía a su petición de poner propiedades a su nombre. “No le saque compadre, si un día me matan usted se va a quedar con todo”, le decía. Al final aceptó. Cuando murió Inés, el compadre se quedó con tierras, fincas, maquinaria, vehículos y avionetas.

Después de que detuvieron a Rafael Caro Quintero en Costa Rica, en 1985, trascendió que la finca donde fue encontrado, conocida como La Quinta, había sido adquirida meses antes por dos mexicanos, uno de ellos Inés Calderón.

Cuando lo mataron, Inés acababa de ser señalado por el Gobierno de los Estados Unidos como uno de los hombres que secuestraron y torturaron al agente de la DEA asesinado, Enrique Camarena Salazar.

El cuerpo de Inés fue sepultado en el panteón Jardines del Humaya con todos los honores de un narco. En su capilla lucía, tras el grueso cristal, una fotografía donde portaba traje café abierto sin corbata y una tejana impecable.

Pero después de 2001 sus restos fueron extraídos para trasladarlos a Guadalajara, Jalisco, donde murió y sepultaron a su padre.

jueves, 11 de febrero de 2010

Detienen a Rogaciano Alba en Jalisco


Rogaciano Alba Álvarez, ganadero guerrerense vinculado al Cártel de Sinaloa y a La Familia Michoacana, fue detenido este jueves en Guadalajara, Jalisco, informó la Secretaría de Seguridad Pública (SSP).

El hombre de 55 años de edad y originario de Petatlán es catalogado como el principal responsable de las operaciones de narcotráfico y tala clandestina en Guerrero, donde sostenía disputas con la organización de los Beltrán Leyva y "Los Zetas" para controlar la plaza.

También ex Alcalde de Petatlán entre 1993 y 1996, Alba Álvarez sostenía desde hace 20 años contacto con el Cártel de Sinaloa por una relación cercana con el capo Ismael "El Mayo" Zambada.

Incluso por años fue el operador de Arturo Beltrán Leyva, "El Barbas", para el trasiego de opio, mariguana y cocaína en la Costa Grande.

A partir del rompimiento de Beltrán Leyva con el Cártel de Sinaloa, en enero del 2008, Alba Álvarez comenzó una disputa con "El Barbas" por Guerrero tras rehusarse a ser su jefe de plaza, indicó la SSP.

"El 3 de mayo de 2008 en Iguala, Guerrero, decenas de sicarios fuertemente armados tomaron por asalto un hotel, donde se celebraba una reunión de ganaderos, liderada por Alba Álvarez. "El Roga" salió ileso y siete de sus colaboradores perdieron la vida.

"Al día siguiente un comando abrió fuego contra la casa de Alba Álvarez, en Petatlán Guerrero dando muerte a sus hijos de nombres Alejandro y Roosvelt Alba de la Cruz. En su huida, los presuntos sicarios se llevaron también a la hija de "El Roga" de nombre Ana Karen Alba de la Cruz de quien hasta el momento se desconoce su paradero", detalló la dependencia en un comunicado.

Desde entonces, Alba Álvarez se refugió en Jalisco bajo la protección de Joaquín "El Chapo" Guzmán.

"Con base en información de inteligencia, a Rogaciano Alba Álvarez, alias "El Roga" también se le vincula con los principales líderes de "La Familia Michoacana" como Nazario Moreno, alias "El Chayo", Enrique Plancarte Solis, alias "Kike Plancarte" y con Servando Gómez Martínez, alias "La Tuta", con quienes presuntamente se ha reunido en Guadalajara, Jalisco con la finalidad de negociar y planificar operaciones en contra de los Beltrán Leyva en el estado de Guerrero", agregó la SSP.

El narcotraficante fue capturado con un fusil AR-15, cartuchos, y una credencial de elector y pasaporte a nombre de Enrique García Campos.

La SSP indicó que será puesto a disposición de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) de la PGR.

domingo, 7 de febrero de 2010

La ruta de Arturo Beltrán Leyva

La guerra comenzó un lunes. El 21 de enero de 2008. A bordo de vehículos Hummer, y con fuerte artillería pesada, más de 300 elementos del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales del ejército mexicano, GAFE, se posicionaron en los alrededores de una residencia ubicada en la colonia Burócratas, de Culiacán. Según la Secretaría de la Defensa, una llamada anónima había indicado que el menor de los hermanos Beltrán, Alfredo, alias El Mochomo, esperaba en ese domicilio un cargamento de dinero destinado a solventar compromisos pendientes con sus socios colombianos. Según la declaración de un narcotraficante conocido como El 19 —que se integró al programa de testigos protegidos bajo la clave “Jennifer”, (PGR/SIEDO/UEIDCS/0241/2008)—, el ejército había obtenido la ubicación de El Mochomo a través de un militar que logró infiltrarse en su círculo cercano, y al que se conocía como El Chamaco. “El Chamaco logró llamar al GAFE para informar sobre la ubicación y las condiciones de baja seguridad”, relató “Jennifer”.

os militares tuvieron que posponer el operativo durante 10 horas, porque detectaron a unos hombres en la azotea de la casa. Cerca de la madrugada, el portón se abrió. Salió una camioneta BMW de color blanco, con cuatro hombres a bordo. Los soldados de elite les cerraron el paso. Los tripulantes se entregaron sin hacer un solo tiro. Dentro de la casa había 900 mil dólares, 11 relojes finos, un AK-47 y ocho armas cortas. Un corrido informó al día siguiente: “El Mochomo era el hombre de confianza / que el cártel necesitaba / pero el 21 de enero su carrera le cortaban”.

La noticia de la detención de Alfredo Beltrán Leyva, uno de los cabecillas del cártel del Sinaloa, dirigido por Joaquín El Chapo Guzmán e Ismael El Mayo Zambada, fue presentada como el golpe más importante realizado hasta entonces por el gobierno en la guerra contra el narco que Felipe Calderón había decretado. En la Procuraduría General de la República, y concretamente en la Subprocuraduría General de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada, SIEDO, provocó un terremoto. La célula dirigida por los hermanos Héctor, Alfredo y Arturo Beltrán Leyva había vulnerado las estructuras más altas de esa institución, a través de pagos mensuales de entre 150 y 450 mil dólares, según demostró luego la llamada Operación Limpieza: funcionarios del mayor nivel de la SIEDO realizaban detenciones, cateos y filtraciones, en beneficio del cártel.

Aquel día varios servidores públicos se paseaban nerviosos. Habían recibido informes de que El Mochomo iba a ser detenido, pero “en la SIEDO nada podían hacer para evitarlo”. Esperaban que los operadores de Arturo Beltrán los llamaran a cuentas.

Fueron llamados ese mismo día. Uno de los principales lugartenientes del grupo, Sergio Villarreal, El Grande, se reunió con el director de Inteligencia de la SIEDO, Fernando Rivera, así como con los comandantes Milton Cilia y Roberto García. Según la declaración que Rivera rindió poco después en calidad de testigo protegido, bajo la clave “Moisés”, El Grande les dijo que Arturo Beltrán Leyva estaba encabronado: “Quería saber a quién iba a matar. Todos recibían dinero de él y nadie le avisó de la detención de su hermano”.

Los funcionarios le explicaron que no habían trabajado ese asunto, “que era un asunto del GAFE, del alto mando de la Sedena”. El Grande exigió la lista de los militares que habían tomado parte en el operativo, así como los “informes originales” de la detención. El director Rivera se comprometió a obtenerlos. No sólo eso: de acuerdo con la declaración de “Jennifer”, antes de las dos de la tarde había entregado los reportes militares, el nombre del infiltrado que había proporcionado la información a los GAFES, las copias completas de las declaraciones que El Mochomo había rendido ante la SIEDO… y un croquis que señalaba el sitio exacto en donde el capo se hallaba recluido.

Rivera informó que “de las 11 de la noche en adelante ya no iban a estar presentes las fuerzas especiales del ejército, y que sólo quedarían custodiando el inmueble 11 agentes de la Agencia Federal de Investigaciones, AFI”. Le dijo a El Grande que “con la entrega de un millón de pesos para los AFIS, así como de tres millones que serían entregados a Fernando Rivera y su gente, se lograría neutralizar al conjunto de guardia y permitir que una camioneta blindada rompiera la reja de acceso a la SIEDO”.

El Grande —relata la averiguación previa SIEDO/UET/6668/2008—, calculaba reunir a unas 150 personas para realizar el asalto. Sin embargo, al sopesar los riesgos, decidió cancelar la operación. Alfredo Beltrán Leyva fue recluido en el penal de Puente Grande.

La captura de El Mochomo provocó una escisión en el cártel de Sinaloa. Existe la versión de que El Chapo negoció la captura del menor de los Beltrán, a cambio de la liberación de su hijo, Archibaldo Guzmán, alias El Chapito, quien se hallaba recluido en el penal del Altiplano desde 2005: a sólo tres meses de la caída de El Mochomo, El Chapito fue liberado.

Otra versión señala que Arturo Beltrán se entrevistó con El Chapo Guzmán y El Mayo Zambada para pedirles que le ayudaran a rescatar a su hermano. Los jefes del cártel le pidieron tiempo, pero en una segunda reunión le explicaron que “no había condiciones” para efectuar el rescate. El Mochomo debía ser “sacrificado”.
Se cree que en el narcotráfico las alianzas de sangre son indestructibles. El Mochomo estaba casado con una prima de El Chapo. Arturo Beltrán, sin embargo, salió de aquella reunión con la idea de que la alianza se había roto. A partir de ahora iba a cobrar muerte por muerte, detención por detención. El Chapo y El Mayo lo supieron. Quisieron adelantarse.

A fines de abril de 2008, el mismo mes en que El Chapito fue liberado, ocurrió una balacera en la colonia Guadalupe, de Culiacán. Una casa, en la que presuntamente se encontraba uno de los hijos de Arturo Beltrán, fue atacada por elementos de la Policía Federal, apoyados por policías locales. Murieron cinco escoltas y dos agentes ministeriales. Arturo Beltrán acusó a los federales de servir de brazo armado a los intereses de El Chapo y ordenó a su gente asesinar policías donde los encontraran. Hizo colocar narcomantas en las que podía leerse: “Policías, soldados, para que les quede claro, El Mochomo sigue pesando. Atte. Arturo Beltrán Leyva”. Y también: “Soldaditos de plomo, federales de paja, aquí el territorio es de Arturo Beltrán”.

Un día después de la balacera en la colonia Guadalupe, cuatro agentes de la Policía Federal Preventiva, PFP, murieron acribillados cuando patrullaban el centro de Culiacán. En Imala, dos policías municipales fueron ejecutados. A lo largo de la ciudad se verificaron ataques contra policías locales. La PFP concentró 800 agentes en la plaza de Sinaloa.

De ese modo terminó abril, el mes en que se soltaron los demonios y comenzó el enfrentamiento que a lo largo de 2008 dejó en la entidad un saldo de mil 156 ejecuciones.


La infiltración

El 7 de mayo de 2008 un retén de la Policía Federal fue instalado en el kilómetro 95 de la Autopista del Sol. La PFP acababa de recibir una información filtrada por El Mayo Zambada: un convoy en el que viajaba Arturo Beltrán cruzaría en cualquier momento por aquel sitio. El encargado de coordinar la captura fue el director regional de la PFP, Édgar Eusebio Millán. El dato proporcionado por los Zambada resultó bueno: cinco vehículos sospechosos salieron del Hotel Motel Rosales, en donde Arturo Beltrán acababa de tener una reunión. Los agentes les marcaron el alto. Los integrantes del convoy respondieron a tiros. Inició una persecución que terminó en Xoxocotla, con varios autos destrozados, la captura de nueve sicarios y dos agentes federales muertos. La camioneta en que viajaba Arturo Beltrán logró evadir el cerco: uno de sus escoltas impactó una patrulla para abrir paso a su jefe.

El Mayo Zambada, sin embargo, había contemplado esa posibilidad. Los datos que filtró a la PFP indicaban los domicilios del estado de Morelos en los que Beltrán Leyva podría refugiarse. El inspector de operaciones Édgar Enrique Bayardo, el funcionario que había recibido la filtración —y operaba como contacto de El Mayo al interior de la PFP—, se comunicó con el jefe antidrogas de la corporación, Gerardo Garay, y le dijo: “Tenemos ubicados varios domicilios aquí en Morelos. Estamos concentrados y listos para entrar”.

El jefe antidrogas lo detuvo en seco: “Paren todo. Regresen de inmediato a la ciudad de México”.

Cinco meses antes, a través de una supuesta intercepción telefónica, el director de Combate a la Delincuencia Organizada de la PFP, Roberto Velasco, había ubicado a Beltrán en una mansión de la calle Escarcha, en el Pedregal de San Ángel.

Velasco le comunicó al jefe antidrogas: “La gente está colocada en puntos estratégicos”. Pidió luz verde para poner en marcha la detención.
Pero Garay se negó a dar la orden: “Aguanten. Vamos a esperarnos para más adelante”.

De acuerdo con la declaración ministerial de un testigo protegido, el agente de la División Antidrogas, Fidel Hernández (PGR/SIEDO/UEIDCS/359/2008), las indicaciones de Garay fueron criticadas por su subalterno: “Pero jefe, tengo evidencia de que Arturo Beltrán se encuentra aquí”.
Garay, sin embargo, insistió: “Desmonten el servicio”.

Édgar Millán, el hombre que había dado caza a Arturo Beltrán en el camino a Xoxocotla, fue ejecutado horas después de la persecución, cuando llegaba a casa de sus padres en un edificio ubicado en la calle de Camelia, en la colonia Guerrero. Aunque sólo un puñado de personas tenía acceso a sus itinerarios, una filtración surgida de las mismas filas de la PFP, a través del agente José Antonio Montes Garfias, puso en manos de Beltrán la ubicación del sitio al que el jefe policiaco iba a dirigirse. La orden fue fulminante: Millán debía ser eliminado.

El agente Montes Garfias abrió el casillero del funcionario y sustrajo las llaves de la casa donde vivían los padres de éste. Entregó un duplicado —así como 40 mil pesos y 75 gramos de cocaína— a un gatillero de baja monta, Alejandro Ramírez Báez, quien integró un comando formado por cinco personas. Los sicarios aguardaron a Millán en el garaje del edificio. Habían apagado las luces. Cuando el jefe policiaco cruzó el portón, le metieron 11 tiros. (El sicario Ramírez Báez fue sometido por los escoltas de Millán. De ese modo se desanudaron los hilos de la trama.)

Una semana antes, Roberto Velasco, el hombre que tendió el cerco de la calle Escarcha, había sido asesinado en una calle de la colonia Irrigación. La verdadera venganza de Arturo Beltrán llegó, sin embargo, 24 horas después de la balacera en Xoxocotla. Sucedió del otro lado del país, el 8 de mayo de 2008, la noche en que cinco camionetas rodearon a Édgar Guzmán, otro de los hijos de El Chapo, en el estacionamiento del City Club, un centro comercial de Culiacán, Sinaloa.

En la ejecución se dispararon 500 tiros y se accionó un lanzagranadas. Las ráfagas destrozaron paredes, vidrios y vehículos. Además del hijo de El Chapo, fueron abatidos un sobrino del narcotraficante, César Loera, así como el hijo de una lavadora de dinero a la que la DEA había bautizado como La Emperatriz.

En Culiacán se desató la psicosis. Los medios locales no se animaron a dar la noticia. Sólo lo hicieron dos días después, atribuyendo la información a diarios y agencias informativas de la ciudad de México. La sangre del hijo de El Chapo seguía húmeda en el suelo, escribe un testigo, cuando corrió la versión de que el jefe del cártel de Sinaloa había jurado borrar de la faz de la tierra a los Beltrán: de la célula que dirigían no iba a quedar piedra sobre piedra.

En menos de un mes, sin embargo, El Chapo asimiló dos nuevos golpes. Filtraciones de los servicios de inteligencia de los Beltrán ocasionaron la detención de uno de sus primos, Alfonso Gutiérrez, tras una cruenta balacera en una colonia de Culiacán, y de un sobrino, Isaí Martínez, en las inmediaciones de un fraccionamiento de esa ciudad.

El asesinato del hijo de El Chapo formaba parte de la misma embestida que provocó la muerte de los jefes policiacos Millán y Velasco.
Millán, el comandante acribillado en casa de sus padres, había sido el “cerebro” del secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, en las operaciones antinarco. Su muerte ocasionó un cambio en la estructura de mando de la PFP. Genaro García Luna colocó en su lugar, con el cargo de Comisionado, a un viejo amigo y compañero del Cisen, con el que había colaborado estrechamente a su paso por la AFI: Gerardo Garay, el jefe antidrogas que en dos ocasiones había congelado los operativos de captura de Beltrán Leyva.

Garay duró sólo unos meses en el puesto. El 15 de octubre de 2008, una nueva filtración del grupo de El Mayo, colocada en manos de su contacto, el inspector Édgar Enrique Bayardo, movilizó a la Policía Federal. En una lujosa residencia del Desierto de los Leones, en la que había un zoológico privado con panteras, tigres siberianos y leones, iba a celebrarse una narcofiesta a la que asistiría Mauricio Harold Poveda, el principal socio colombiano de Arturo Beltrán.

En la declaración que rindió cuando se descubrió que El Mayo Zambada le pagaba hasta 500 mil dólares por cada enemigo detenido, el inspector Bayardo relató la forma en que se llevó a cabo el operativo. El comisionado Garay dejó escapar a Harold Poveda, pero detuvo al resto de los invitados. Luego, alineó a 30 prostitutas contra la pared, seleccionó a cuatro, ordenó prender la caldera del jacuzzi, pidió cocaína para las muchachas, invitó a uno de sus subalternos a “darse un baño” y cerró la puerta de la sala.

“¡Ahora sí comenzó la fiesta!”, dijo.

Antes de sumergirse en ella, el comisionado hizo que sus agentes obtuvieran los domicilios de los colombianos detenidos y fueran a revolverlos en busca de dinero. El narcotraficante Mauricio Fino, El Gaviota, se ofreció a entregar 500 mil dólares que, dijo, tenía guardados en su departamento. Bayardo fue el encargado de ir a recoger el dinero. Volvió a la casa con las fajillas metidas en dos bolsas que tenían estampada la figura de Winnie Pooh.

Según la declaración PGR/SIEDO/359/2008, cuando Garay salió del jacuzzi, desvelado y con aliento alcohólico, oyó ladrar a un bull dog que, estimaron los agentes, “valía también un chingo de dinero”. El funcionario de la PFP solicitó: “Pónganmelo para llevar”.

No existen datos sobre la forma en que Arturo Beltrán Leyva registró el golpe asestado por El Mayo a sus socios colombianos. Pero cinco días después de la narcofiesta
, en la partida de ajedrez que las filtraciones de ambos bandos desataban, una llamada anónima llegó a la PGR. “En el domicilio ubicado en la calle Wilfredo Massieu número 430, colonia Lindavista, hay varias personas armadas y son narcotraficantes. Es gente de El Mayo Zambada y si van los pueden detener”. A la una la tarde del 20 de octubre, la SIEDO rodeó la casa y comprobó que en su interior se hallaban pertrechados el hermano menor de El Mayo, Jesús El Rey Zambada, y un hijo de éste, Jesús Zambada Reyes.

El Rey Zambada comprendió de inmediato que no tenía salida. “Me voy a rifar”, dijo. Sus gatilleros abrieron fuego contra los agentes. Mientras las balas estallaban, El Rey marcó insistentemente al Unefón de su contacto, el inspector Bayardo. Quería que “su ahijado”, como le decía, le enviara refuerzos. “Nos estamos agarrando a chingadazos”, le dijo.

“Voy, padrino, voy”, contestó el inspector. Pero no alcanzó a llegar. Ni a ese domicilio, ni a ninguna parte. El número telefónico al que El Rey había marcado y las declaraciones que luego rindió Jesús Zambada Reyes, pusieron fin a la carrera de Bayardo. El inspector fue detenido cinco días más tarde y se acogió al programa de testigos protegidos. Sus declaraciones implicaron en la venta de protección al narcotráfico a los mandos principales de la Secretaría de Seguridad Pública, así como al círculo cercano al secretario García Luna. Entre otros funcionarios cayeron el comisionado Gerardo Garay, el jefe de Operaciones Especiales, Francisco Navarro, y el director de Análisis Táctico, Jorge Cruz.

Como había ocurrido con la SIEDO, eran narcotraficantes los que filtraban informes y ordenaban capturas. Eran narcotraficantes los que tenían mando pleno al interior de la PFP.

El comisionado Garay fue acusado de servir a dos amos: al cártel de los Beltrán y al grupo de El Mayo Zambada. Un juez le decretó formal prisión en octubre de 2008.
Antes de ser asesinado un año más tarde en un Starbucks de la ciudad de México, el inspector Bayardo reveló las bases del acuerdo: recibir filtraciones, practicar intervenciones telefónicas, permitir que los operadores de los cárteles interrogaran a los enemigos capturados y, luego, presentar las detenciones “como logros de la PFP”.


El megacártel

En 1997, el ex chofer del general José Gutiérrez Rebollo, Juan Galván Lara, mencionó por primera vez en un expediente a los hermanos Beltrán Leyva (PGR/UEDO/226/97). Eran oriundos de Badiraguato, Sinaloa, y formaban parte “de las 11 gentes” que trabajaban de cerca con El Señor de los Cielos, Amado Carrillo. Según el chofer, controlaban la plaza de Mazatlán. Alguna vez, El Señor de los Cielos se había molestado con ellos porque estaban introduciendo droga sin su consentimiento: “Son chingaderas… se va a trabajar cuando yo lo ordene”.

A la muerte de Amado Carrillo, un reporte de la DEA señaló que el cártel de Juárez se había reacomodado alrededor de Vicente Carrillo Fuentes, El Viceroy, Ismael Zambada García, El Mayo, Juan José Esparragosa Moreno, El Azul, y Marcos Arturo Beltrán Leyva, El Barbas.

Arturo Beltrán era primo lejano de El Chapo, según el testigo protegido clave “Julio”. Fue Beltrán quien introdujo a su pariente en el negocio de la cocaína. En 1993, cuando El Chapo fue recluido en Almoloya, y más tarde enviado a Puente Grande, los Beltrán quedaron a cargo de su estructura. Le enviaban dinero al penal para que pudiera pasar la reclusión con lujo —comida, mariachis, prostitutas— y lo apoyaron financieramente en los costosos preparativos de su fuga.

Tras la fuga de Puente Grande, en 2001, El Chapo organizó una cumbre de narcotraficantes en Cuernavaca. Asistieron unos 25 jefes. El Chapo tenía los mejores contactos. Relaciones que le aseguraban no ser molestado. Ante los 25 jefes trazó el futuro: unir a Ismael El Mayo Zambada, Ignacio Coronel, Juan José Esparragosa Moreno, Vicente Carrillo Fuentes y Arturo Beltrán Leyva en una Federación que controlara las plazas del país, le arrebatara Nuevo León y Tamaulipas al cártel del Golfo, y golpeara a los hermanos Arellano Félix, sus enemigos históricos, hasta despojarlos de Tijuana. (Una versión indica que fue el propio Chapo quien filtró la información que permitió la captura de Benjamín Arellano Félix.)

Al frente de la guerra que la Federación iba a desatar en Nuevo León quedó Arturo Beltrán Leyva. Durante el tiempo que El Chapo permaneció en prisión, los Beltrán habían logrado conformar una de las células más sólidas del cártel. No sólo conocían a fondo la operación del grupo: “habían sido su corazón”.

A pesar de que alguna vez el testigo “Julio” consideró a Arturo Beltrán como un hombre ostentoso, El Barbas había mantenido un perfil discreto. Faltaba tiempo para que su nombre abandonara las fojas de los expedientes y se instalara en las primeras planas de los diarios.

El alfil de Arturo Beltrán en la batalla por Nuevo León y Tamaulipas fue un pistolero texano que se había fogueado en la frontera neolonesa: Édgar Valdez Villarreal, La Barbie, uno de los peores asesinos en la historia reciente del crimen organizado.

Beltrán y La Barbie armaron un grupo de sicarios conocido como Los Pelones y los enviaron a disputar la plaza. Quedaba claro que iba a tratarse de una carnicería. El círculo de seguridad del líder del Golfo, Osiel Cárdenas Guillén, estaba formado por ex militares de elite y otros desertores del ejército. Los violentos Zetas.

Para abrir camino a la incursión de Los Pelones, Beltrán y La Barbie reclutaron policías y agentes ministeriales destacados en la entidad. Un comisionado de la PFP, José Luis Figueroa, reveló que ambos narcotraficantes le habían ofrecido al director del Centro de Mando de la AFI, Domingo González Díaz, cuatro millones de dólares. El trato: capturar a Osiel Cárdenas Guillén y cambiar al comandante de la AFI por una persona que ellos le señalarían. Un subalterno de González Díaz, Francisco Garza Palacios, recibió un millón de dólares a cambio de brindar protección oficial a las actividades del grupo.

Los operadores de El Chapo se asociaron también con el empresario Jaime Valdez, antiguo agente policiaco, a quien contrataron como reclutador. (La relación con Valdez terminó mal: Arturo Beltrán lo acusó de haber robado 450 kilos de coca y ordenó su ejecución: Valdez fue emboscado. Recibió 10 disparos de AK-47. Aunque logró salvar la vida, quedó parapléjico.)

Al mismo tiempo, comenzó el combate en las calles. Balaceras, torturas, levantones, desapariciones, se verificaron diariamente en la entidad.
En 2003 la batalla por el corredor del Golfo cobró un nuevo giro. Osiel Cárdenas fue aprehendido por el ejército en un operativo espectacular. Parecía que la captura fortalecería a los miembros de la Federación y el trasiego de drogas quedaría en manos de un solo grupo. Pero no fue así: tras la caída de Osiel, Los Zetas se independizaron, y un grupo de sicarios menos preparado, y mucho más violento, tomó las riendas del cártel del Golfo.

En agosto de ese año el bando sinaloense enfrentó a sus rivales en una de las calles céntricas de Nuevo Laredo. El enfrentamiento duró más de una hora. En el lugar se percutieron más de 700 casquillos. 200 policías municipales fueron suspendidos y llevados a investigación. La primera avanzada sinaloense había fracasado.
Unos meses más tarde, la Federación se desgajó. Los capos que la integraban consideraron que Vicente Carrillo, El Viceroy, jefe del cártel de Juárez, aportaba poco al grupo y en cambio le exigía mucho. La gota que derramó el vaso fue una disputa por derechos de piso en la que Rodolfo Carrillo, El Niño de Oro, hermano menor de El Viceroy, ejecutó personalmente a dos operadores de El Chapo que habían movido droga sin su consentimiento.

Todo podía tener arreglo antes del sábado 11 de septiembre de 2004. Pero El Chapo no estuvo dispuesto a perdonar. Pidió a sus socios la cabeza de El Niño de Oro.
Aquel sábado 11 de septiembre Rodolfo Carrillo y su esposa, Giovanna Quevedo, llegaron a las cuatro de la tarde a un Cinépolis de Culiacán. Iban escoltados por el comandante de la Policía Ministerial, Pedro Pérez López, que había sobrevivido a dos ataques de los Arellano Félix. Cuando la función terminó, la pareja salió al estacionamiento. El Niño de Oro iba a abordar su auto cuando un comando lo rafagueó desde varios frentes. La policía recogió del piso 500 cartuchos. El comandante Pérez López repelió la agresión. Fue herido, aunque logró pedir ayuda por radio. En cosa de minutos, elementos de todas las corporaciones rodeaban el estacionamiento y se lanzaban en persecución de los gatilleros. Los tiros tronaron en las calles. Cinco sicarios fueron abatidos.

La Federación se hizo añicos: el 6 de octubre de ese año llegó el mensaje de respuesta de Vicente Carrillo. Miguel Ángel Beltrán Lugo, El Ceja Güera, miembro connotado del cártel de Sinaloa, fue ultimado a tiros en el penal de Almoloya. Dos meses después, un hermano menor de El Chapo, Arturo El Pollo Guzmán, fue ejecutado en el área de locutorios del mismo penal. Las armas que cobraron la vida de ambos narcotraficantes habían escapado a todos los controles.


Los Tres Caballeros

A principios de 2005 un reportero sonorense, Alfredo Jiménez Mota, reveló en el periódico El Imparcial las operaciones de un grupo de narcotraficantes conocidos como Los Tres Caballeros: Arturo, Alfredo y Héctor Beltrán. Según la investigación, controlaban el tráfico de drogas en Sonora, Chihuahua y Sinaloa, y se hallaban vinculados, a través de compadrazgos y otros lazos familiares, con la banda más poderosa de Sonora, que comandaba Raúl Enríquez Parra, El Nueve. El brazo operativo de Los Tres Caballeros estaba integrado por dos grupos delictivos, Los Güeros y Los Números. Los narcotraficantes habían heredado la estructura de un viejo amo de la región, Héctor El Güero Palma Salazar. Su presencia en la entidad databa de 1998. Disponían de pistas de aterrizaje (una de ellas se llamaba “Fumigaciones Guzmán”), así como de una flotilla de avionetas con las que sobrevolaban la entidad entre las 12 de la noche y las cuatro de la mañana. Recibían apoyo institucional “de los tres niveles de gobierno”.

La información del reportero Jiménez Mota procedía de un documento clasificado por la Secretaría de Gobernación que llevaba por título: “Los Tres Caballeros. Narcotráfico”. El documento señalaba que los Beltrán visitaban por separado la entidad, se alojaban en propiedades a nombre de terceras personas y eran protegidos en sus traslados por un ex comandante de la policía municipal de Cajeme, Carlos Sánchez, quien pertenecía “al primer círculo del director general de la Policía Judicial del estado, Roberto Tapia Chan”.

Los cargamentos de los Beltrán eran escoltados por patrullas de la judicial a lo largo de brechas y terracerías. En varias ocasiones habían logrado huir, a bordo de sus avionetas, de los operativos montados por el ejército.

Jiménez Mota desapareció en abril de 2005, poco tiempo después de publicar su reportaje. Acababa de decirle a una amiga que iba a entrevistarse con una de sus fuentes, “a la que había notado muy nerviosa”. Su cuerpo nunca fue encontrado. Sus superiores sabían que preparaba una serie de trabajos que involucraban a gente cercana al gobernador Eduardo Bours en la venta de protección a los Beltrán.

A la desaparición del reportero le siguió la muerte del narcotraficante Raúl Enríquez Parra, El Nueve. Lo hallaron en un predio, envuelto en una cobija. Sus verdugos lo habían torturado a rabiar. Luego arrojaron su cadáver desde una avioneta. Según la declaración del teniente de la Policía Municipal Jesús Francisco Ayala, las muertes del reportero y el narcotraficante estaban conectadas.

El periodista de El Imparcial, dijo el teniente, esperaba una grabación telefónica que ubicaba a Ricardo Bours, ex alcalde de Cajeme y hermano del gobernador del estado, como contacto institucional de los Beltrán Leyva en Sonora. El oficial señaló al procurador del estado, Abel Murrieta, al jefe de la Policía Estatal, Roberto Tapia Chan, al director de la policía de Navojoa, Luis Gastélum, como autores intelectuales del secuestro. El levantón habría sido realizado por órdenes de este último. Un grupo de policías municipales detuvo al reportero y lo entregó a Los Números (el grupo de Raúl Enríquez Parra). Según el testigo, la grabación que Jiménez Mota estaba aguardando contenía una charla entre el jefe de la Policía Estatal y el narcotraficante Raúl Enríquez Parra, en la que el hermano del gobernador era mencionado como protector de las mafias que operaban en la entidad.

Jesús Francisco Ayala había sido, durante dos años, chofer de Luis Gastélum. Había presenciado reuniones entre su jefe y El Nueve, en las que se determinó la muerte de diversos personajes. Un día sintió que sabía demasiadas cosas. Que Gastélum no iba a tardar en ir por él. “Había sido testigo de muchos de los encuentros donde se daban órdenes de eliminar gente”, le dijo al reportero Ricardo Ravelo. Decidió integrarse al programa de testigos protegidos.

El gobernador Eduardo Bours calificó de dolosa la versión que señalaba a su hermano. “No es posible que se le dé importancia y se señalen culpables”, dijo.
Cuando Joaquín López Dóriga dio a conocer el testimonio de dos mujeres secuestradas que habían escuchado una conversación telefónica entre sus plagiarios y el jefe de la policía, Roberto Tapia Chan, el infierno se desató. En sucesivas incursiones federales se incautaron ranchos y casas en los que, además de armas, autos y joyas, aparecieron leones y tigres. Una versión señala que Raúl Enríquez Parra fue acusado por los Beltrán de “calentar” la plaza y ordenaron su ejecución.

En términos formales, el gran debut de Los Tres Caballeros en la prensa ocurrió un mes después del asesinato del reportero de El Imparcial. Jiménez Mota se había quedado corto. Además de extender sus tentáculos en Sonora, Chihuahua y Sinaloa, los hermanos Beltrán dominaban 11 estados de la República. El arranque del sexenio de Vicente Fox había significado su época dorada. Operaban en Guerrero, Morelos, Chiapas, Querétaro, Sinaloa, Jalisco, Quintana Roo, Tamaulipas, Nuevo León, Estado de México y el Distrito Federal. Su poder tocaba incluso “la casa número uno de México”: habían logrado extender su poder a Los Pinos, a través de un oscuro personaje que coordinaba las giras presidenciales: Nahum Acosta Lugo.


El contacto en Los Pinos

En febrero de 2005 la DEA registró una conversación telefónica entre Nahum Acosta y Arturo Beltrán Leyva. Acosta, un personaje de medio pelo en el PAN sonorense, había fungido como delegado del Instituto Nacional de Migración y se había visto envuelto en un escándalo de corrupción a resultas del cual el gobierno de Estados Unidos le retiró la visa. En 2001, sin embargo, el panista Manuel Espino lo recomendó como director de área en la coordinación de giras presidenciales. Cuando la DEA puso en manos de las autoridades mexicanas una grabación telefónica en la que Nahum alternaba créditos con Arturo Beltrán, el procurador Rafael Macedo de la Concha abrió una investigación que no tardó en ser filtrada a la prensa.

Por esos días la PGR atendió una denuncia anónima que indicaba que en Cerrada de la Loma 17, en el fraccionamiento La Herradura, Estado de México, se había detectado un movimiento de personas armadas, así como la presencia de los hermanos Arturo y Héctor Beltrán.

Los archivos de la SIEDO revelaron que aquel domicilio se hallaba engarzado con la detención de un narcotraficante en cuya agenda había aparecido el número de teléfono 52 94 41 11. Aquel número había sido asignado a la casa ubicada en Cerrada de la Loma 17. El contrato estaba a nombre de Clara Laborín, la esposa de Héctor Beltrán Leyva.

as autoridades solicitaron una orden y catearon el domicilio. Los Beltrán se habían esfumado. Pero la policía encontró dos millones de pesos en joyas y varias camionetas BMW, entre otros vehículos blindados. Halló también una tarjeta de presentación a nombre de Nahum Acosta, una agenda telefónica en la que este funcionario aparecía bajo la leyenda “Presidencia”, y cinco audiocasetes en los que Héctor Beltrán había grabado diversas conversaciones con sus lugartenientes. En una de las cintas, Beltrán le pedía a cierto operador que entregara cinco mil dólares a Nahum. En otras grabaciones, Nahum Acosta se mostraba parlanchín y hablaba con Beltrán de sus actividades, las giras presidenciales, los lugares que había visitado y las enfermedades de sus hijos. Un día le contó que acababa de sobrevolar su casa en helicóptero; otro, lo urgió a que terminara cuanto antes “el negocio de Acapulco”.

El guardia de seguridad que cuidaba el fraccionamiento relató que los habitantes de la casa parecían muy ricos, que continuamente había entradas y salidas de hombres armados, y que hacía poco había ido de visita “alguien de la presidencia de la República, de apellido Nahum”, quien se había presentado como “del Estado Mayor Presidencial”.

Nahum Acosta fue acusado de filtrar información gubernamental de primer nivel al crimen organizado. Según el procurador Macedo de la Concha, las pruebas en su contra eran “serias y contundentes”. Se había comprobado que recibió los cinco mil dólares enviados por el capo. Por si faltara algo más, el número de Beltrán aparecía registrado en su celular.

Acosta se defendió diciendo que desconocía las actividades delictivas de Héctor Beltrán, y que sólo había visitado la casa de éste con intención de rentarla. El subprocurador, José Luis Santiago Vasconcelos, respondió: “Yo creo que ninguno de los servidores públicos que estamos actualmente desempeñándonos pudiera tener capacidad económica para rentar una de estas casas, con seis niveles y esta riqueza”. El sueldo de Nahum era de 79 mil pesos.

El escándalo colocó a los Beltrán en un rango de visibilidad que no habían tenido nunca. Paradójicamente, según Santiago Vasconcelos, sirvió para boicotear la investigación. A pesar de las pruebas “serias y contundentes” del procurador Macedo, un juez liberó 60 días después a Acosta “por falta de elementos para procesar”. Tiempo después, el PRD lo lanzaría como candidato a la alcaldía de Agua Prieta. Según el presidente de ese partido, Jesús Ortega, Nahum Acosta era inocente. “Esa es la verdad legal”, dijo.


El narcovideo

En 2005 el brazo operativo del cártel de Sinaloa, los hermanos Beltrán Leyva, tenía frentes de batalla abiertos en todo el país. Embestía en el corredor del Golfo a Tony Tormenta, hermano de Osiel Cárdenas Guillén. Enfrentaba en Tijuana a los Arellano Félix. Disputaba en Chihuahua cada centímetro de territorio al cártel comandado por Vicente Carrillo y Nacho Coronel. Tenía el control absoluto de Sinaloa, Sonora, Coahuila y Durango. Su asociación con La Familia le había abierto, desde Michoacán, la ruta del Pacífico.

En los pliegues del estado de Guerrero, los Beltrán habían fincado uno de sus principales centros de operación. A cambio de un millón de dólares compraron los favores del subdirector operativo de la Policía Ministerial, Julio López Soto.

“Trabajaban sin problemas”, señaló el chofer de este jefe policiaco. Según se demostró después, controlaban también a los principales mandos de la AFI destacados en la zona. Su ala ejecutora, Los Pelones, conformada por 350 pistoleros, muchos de ellos reclutados en la Mara Salvatrucha, se movía con libertad por el estado, ostentando armas de grueso calibre.

Una mañana, el subdirector al que compraron los Beltrán fue levantado por Los Zetas. Tony Tormenta había enviado a 120 de ellos a disputar la plaza, con un mensaje de su lugarteniente, Gregorio Saucedo, El Caramuela: “Que les iba a rajar la madre a todos los pelones y a todos los que tomaron parte en la repartición del millón de dólares que le dieron a Julio, el subdirector, y que reciban un saludo del señor Goyo Sauceda”.

El lugarteniente de Arturo Beltrán, Édgar Valdez Villarreal, La Barbie, tomó nota del mensaje y decidió devolver el saludo. Lo hizo con la ejecución prime time de uno de Los Zetas que llegaban de avanzada al territorio.

En mayo de 2005, tres ex militares procedentes de Nuevo Laredo fueron ubicados en Zihuatanejo por La Barbie. Un comando de hombres vestidos de negro, en cuyos uniformes aparecían las siglas de la AFI, los levantó. No les tomó mucho confesar que pertenecían al cártel del Golfo. Confesaron también que en la bahía de Acapulco los aguardaba uno de sus cómplices.

El Zeta que los esperaba en Acapulco iba a ser la estrella principal de un narcovideo que estremeció al país. Se llamaba Juan Miguel Vizcarra y había llegado a la bahía simulando pasar, en compañía de su novia, unas vacaciones. Vizcarra le había confesado a su pareja sus verdaderas intenciones: “Lo que hago es llevarme personas, y estamos aquí en Acapulco buscando gente del otro cártel; estamos buscando a unos tipos que entraron a nuestro territorio y asesinaron a miembros de la familia Zeta. Mi misión es llevarme a los responsables”.

Agregó: “Estamos en la boca del lobo, ya que si nos atrapa la policía, no nos llevarán a las autoridades, sino con los jefes de la organización”.
El 15 de mayo, el Zeta recibió dos llamadas. Al colgar la primera vez, dijo: “Atraparon a esos idiotas en Zihuatanejo”. Al colgar la segunda: “Estamos jodidos, ya atraparon a dos de mi destacamento… cuando atrapan a uno los atrapan a todos”.

Así fue. Vizcarra y su novia intentaron salir del hotel para volver a su estado. En la puerta los esperaban varios hombres con siglas de la AFI.
Esa madrugada —relata el semanario Proceso— el cártel del Golfo intentó comunicarse a la oficina del procurador general de la República. No hubo éxito. Dejaron un mensaje: “Los comandantes de las plazas de Acapulco y Zihuatanejo, el día de ayer, detuvieron a cinco Zetas, los cuales fueron entregados a gente de Arturo Beltrán… si éstos no son puestos a disposición en un término de 48 horas, desataremos una guerra contra estas dos plazas, no importando si hay agentes nuevos o viejos, incluso le levantaremos a la prensa nacional al titular de la AFI”.

Pero Los Zetas no fueron puestos a disposición: se los entregaron a La Barbie. A la novia de Vizcarra la dejaron ir.

Ese mismo día los miembros del destacamento fueron videograbados, con el rostro desfigurado a golpes, mientras respondían mansamente a los cuestionamientos lanzados por un interlocutor invisible. Hacia el final de la grabación, ese interlocutor, La Barbie, se acercó a Vizcarra con una pistola en la mano y le descerrajó un ti
ro en la sien: “¿Y tú qué, güey?”.

El narcovideo desató una investigación federal, puesta en marcha por el subprocurador José Luis Santiago Vasconcelos, en la que resultaron involucrados un subcomandante de la AFI, un jefe regional y una decena de agentes. Los indiciados formaban parte del círculo de confianza del entonces director de la AFI, Genaro García Luna. Desató también una serie de ejecuciones en serie. En poco tiempo fueron asesinados un jefe de seguridad del Ayuntamiento y un teniente de corbeta que se había infiltrado entre Los Pelones. En julio de 2005 el ex procurador de Justicia, José Robles Catalán, fue tiroteado mientras desayunaba en el restaurante La Perla. En los tres meses siguientes se registró la desaparición de 27 tamaulipecos. A cuatro de ellos los enterraron vivos. Balaceras y persecuciones se volvieron moneda corriente en las calles del puerto: en enero de 2006, Zetas y Pelones se enfrascaron en una refriega que duró 30 minutos. Una tarde apareció un hombre descuartizado. Sus miembros habían sido repartidos en cinco bolsas de plástico. Junto a él, una cartulina: “Ahí está tu gente, aunque te proteja la afi, soldados y otras corporaciones, sigues tú Edgar Valdez Villarrreal (barbie), Arturo Beltrán Leyva, y tú, Lupillo, sigue riéndote que te voy a encontrar. Atentamente, La Sombra”.


El atentado

La investigación abierta por el subprocurador general de la República, José Luis Santiago Vasconcelos, a raíz de la difusión del narcovideo de Acapulco, provocó que los operadores de Arturo Beltrán movieran sus piezas dentro de la SIEDO “para calmar las cosas”. Pero Vasconcelos seguía siendo una piedra en el zapato de Beltrán. Era él, precisamente, el que había llevado la indagatoria que reveló sus nexos con Los Pinos. Era él quien había manejado el caso del reportero Jiménez Mota, desatando la operación que cubrió de llamas el estado de Sonora.

Con el cambio de administración Santiago Vasconcelos había dejado la Subprocuraduría, para pasar al área jurídica y de asuntos internacionales de la PGR. El hombre que luego de 14 años en el combate a las drogas conocía como nadie las entrañas del narcotráfico en México quedó bajo la protección de un puñado de escoltas. Arturo Beltrán decidió que había llegado la hora de ajustarle las cuentas.

El 17 de diciembre de 2007 varias camionetas de lujo, una de ellas con placas de Estados Unidos, se instalaron en una calle del sur de la ciudad. Los encargados de un negocio de hamburguesas describieron a los individuos que las tripulaban como “hombres con facha de guardaespaldas”. Varias motos con antenas y equipos de comunicación se acercaron a ellos. De pronto, el grupo se desplazó hacia Fuentes del Pedregal. Tenía la misión de reconocer el terreno, la ruta que Santiago Vasconcelos cubría diariamente para llegar a su casa. El plan se frustró de manera fortuita. Esa madrugada, alertadas por la presencia sospechosa de las camionetas, 15 patrullas de la policía capitalina acordonaron la zona. Cinco sujetos fueron aprehendidos.

No se detuvo, sin embargo, la operación. Desertores del ejército habían desarrollado el plan y recomendado las armas necesarias para penetrar el alto blindaje de que estaba dotado el auto del ex subprocurador. Los Beltrán sabían que Santiago Vasconcelos llegaba a su casa a las 12 de la noche. Para evitar que ocurriera lo de la vez anterior, un nuevo comando abordó tres camionetas viejas, una de ellas modelo 1971. El plan consistía en cerrar el paso al convoy del funcionario, formado por cuatro autos, y accionar un lanzagranadas contra su vehículo. El resto del grupo bajaría entonces de las camionetas, vomitando fuego.

José Luis Santiago Vasconcelos no fue detectado por los pistoleros. Había decidido tomar, a partir de aquel día, unas vacaciones. El nerviosismo de uno de los sicarios llamó la atención de una patrulla, que se acercó para checar el vehículo. Adentro había tres hombres con armas largas y chalecos con las siglas FEDA (Fuerzas Especiales de Arturo).

Vasconcelos fue enterado de los planes de los Beltrán esa misma noche. El encargado de comunicarle la detención de los sicarios fue su sucesor en el cargo, Noé Ramírez Mandujano, que un año más tarde quedaría formalmente preso bajo cargos de cohecho y delincuencia organizada, acusado de recibir pagos de 450 mil dólares a cambio de poner a la SIEDO bajo las órdenes de los Beltrán.


La conexión Morelos

22 de octubre de 2008. A las puertas de la Procuraduría de Justicia del estado de Morelos, tres vehículos aguardan la salida del subprocurador, Andrés Dimitriades Juárez. La orden es ejecutarlo. Dentro de las unidades hay 12 hombres, cada uno con un arma larga. El jefe del grupo es un agente de la Policía Metropolitana llamado Esteban Royaceli. Le dicen El Royal. Uno de los participantes en la ejecución —un agente apodado El Negro— relató más tarde: “De la Procuraduría nos iban a avisar cuando saliera el subprocurador Dimitriades, y como a las 10 de la noche nos avisaron que salió en un coche blanco, con dos escoltas. Se inició la persecución por la avenida Zapata”.

Dimitriades advirtió que lo iban siguiendo. Con el acelerador a fondo, tomó la carretera México-Cuernavaca, con dirección a Acapulco. Comenzaron a dispararle desde un Megane. Declaró El Negro: “Le pegaron un tiro al chofer y se estrelló contra una barda y allí fue cuando todos comenzaron a dispararle a Dimitriades”.
El mes anterior habían sido asesinados el director de la policía de Jiutepec, Jorge Alberto Vargas, y su chofer. El comando dirigido por Esteban Royaceli les dio el “cerrón” cuando salían de la casa del funcionario. Subieron a ambos a una camioneta y los llevaron a una casa de seguridad.
“Se le reclamó que si ya había arreglo, por qué no lo había respetado”, contó El Negro.

El jefe policiaco acababa de poner a disposición de Dimitriades a un grupo de pistoleros de los Beltrán, a los que había aprehendido en posesión de varias armas de fuego. El hecho de faltar al “arreglo” le valió ser torturado por dos horas, antes de que Royaceli se decidiera a asesinarlo. Su chofer fue ahorcado con un lazo. El Royal le cortó el dedo índice de la mano derecha, y se lo metió en la boca, enrollado en un billete de 20 dólares. Los dos cuerpos fueron abandonados en el camino a Temixco.
Según la investigación PGR/SIEDO/UEIDCS/166/2009, las ejecuciones habían sido ordenadas por Alberto Pineda Villa, El Borrado, uno de los principales operadores de Arturo Beltrán Leyva en la entidad. La pesquisa reveló que El Borrado y su hermano, Mario Pineda Villa, El MP, habían creado un ejército de gatilleros integrado por asesinos reclutados en las calles y cooptados en las policías locales.

Pero eso no se supo hasta tiempo después, cuando Royaceli y El Negro fueron detenidos en el Estado de México en momentos en los que conducían un cargamento de armas.

De momento, la ejecución de Dimitriades creó un clima de histeria en la entidad. El secretario de Seguridad Pública de Morelos, Luis Ángel Cabeza de Vaca, fue criticado por no haber actuado para detener a los asesinos: en el 066 se habían recibido más de ocho llamadas reportando la balacera. Cuando la prensa le preguntó si existían datos de la presencia de los hermanos Beltrán en la zona, Cabeza de Vaca respondió: “En caso de existir la presencia del narcotráfico en el estado, la propia PGR realizará las investigaciones necesarias”.

Cabeza de Vaca pasaba por alto el reciente asesinato del director operativo de la Policía Ministerial, Víctor Enrique Payán. Lo habían encontrado en la cajuela de su auto, con tiro de gracia, lastimaduras en el cuello y un mensaje que rezaba: “Así les va a pasar a todos los que anden con Joaquín El Chapo Guzmán, Ismael El Mayo Zambada e Ignacio Nacho Coronel”.

La noche del 5 de mayo de 2009 no quedó duda, en todo caso, de la penetración del narcotráfico en el estado. Una indagación de la Policía Federal culminó en una residencia ubicada a menos de 100 metros de la casa de gobierno del mandatario estatal, Marco Antonio Adame. En esa casa se verificaba una fiesta. Alguien había llevado un cerdo. Los invitados hacían carnitas. Elementos del grupo Indio recibieron la orden de entrar. Dos helicópteros iluminaron la fachada. Dos camiones de asalto blindados se detuvieron frente al portón. Los federales no hallaron al hombre que buscaban, Alberto Pineda Villa, El Borrado, pero detuvieron a sus tíos, y también a los padres de éste. Tenían 73 y 59 años, respectivamente. Tenían, también, seis armas largas y siete cortas.

La abogada Raquenel Villanueva fue contratada para defenderlos (sería masacrada en Nuevo León el 9 de agosto de 2009). En los días que siguieron, aparecieron 10 narcomantas dirigidas a Felipe Calderón, con amenazas para Genaro García Luna. Una de ellas decía: “Felipe Calderón estamos conscientes de nuestros actos, pero en total desacuerdo en que involucren a padres, hermanos y demás familiares; es una regla mundial que ha existido en todos los tiempos (la familia se respeta)”.
Las declaraciones que rindieron El Negro y El Royal tras su aprehensión en el Estado de México provocaron la captura del comandante de la Policía Ministerial, Salvador Pintado, con 11 gramos de cocaína encima y armamento de uso reservado para el ejército. Lo habían señalado como encargado de negociar con el gobierno de Adame un conjunto de puestos clave para la organización Beltrán.

La detención de los padres de El Borrado, la captura de Pintado y las declaraciones de los asesinos del subprocurador Dimitriades, formaron un coctel altamente explosivo. El primero en sufrir los efectos fue el secretario de Seguridad Pública del estado, Luis Ángel Cabeza de Vaca (el mismo que dudaba de la existencia del narcotráfico en Morelos). El Negro y El Royal lo señalaron como protector del cártel de los Beltrán. Cuando fue detenido por el ejército, su esposa publicó un desplegado en el que afirmaba que el funcionario “únicamente recibió órdenes” del gobernador Adame. Un juez le decretó formal prisión por el delito de colaboración en delincuencia organizada.

El segundo en caer fue el secretario de Seguridad Pública de Cuernavaca, Francisco Sánchez González. El tercero, el procurador de Justicia del estado, Francisco Coronado. La ola expansiva corrió incontenible. El 10 de mayo, militares detuvieron en Yautepec a 34 policías municipales, así como al secretario de Seguridad Pública local.

Dentro de la estructura de los Beltrán, El Borrado tenía la tarea de recibir información filtrada por la SIEDO. Un agente de la AFI, Francisco Javier Jiménez, El Pinocho, era el contacto que lo enlazaba con el coordinador técnico de esa corporación, Miguel Colorado González (otro de los funcionarios detenidos durante la Operación Limpieza). Según la averiguación 0241/2008, El Borrado también fue responsable de “enganchar” al subprocurador Noé Ramírez Mandujano, hoy sujeto a proceso en Nayarit. El nivel de El Borrado en el cártel era semejante al de Sergio Villarreal, El Grande. La detención de sus padres lo puso fuera de sí.

Información manejada por Proceso señala que en octubre de 2008 el secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, fue interceptado en la carretera de Tepoztlán por un número indeterminado de pistoleros que viajaban en vehículos blindados. Según el semanario, García Luna habría recibido el siguiente mensaje: “Este es el primero y último aviso para que sepas que sí podemos llegar a ti si no cumples con lo pactado”.

La DEA circuló la versión de que El Borrado, desesperado por la prisión de sus padres, le pidió a Arturo Beltrán Leyva la ejecución del secretario García Luna. No hay reporte de la respuesta de Beltrán, pero sí indicios de que inició su propia “operación limpieza” dentro del cártel, a fin de pacificar el estado. El 12 de septiembre de 2009 el cadáver de Mario Pineda Villa, El MP, hermano de El Borrado, fue hallado en la Autopista del Sol, a la altura de Huitzilac, con una manta que decía: “Así terminan los traidores y los secuestradores. Aquí está El MP”. Firmaba: “El Jefe de Jefes”.

Días después, el cuerpo del propio Borrado apareció calcinado dentro de un auto en Jantetelco. En poco más de un mes se registraron 25 ejecuciones. Todas ellas acompañadas con mantas, cartulinas, mensajes: “Esto les pasa a los secuestradores, le pido a toda la ciudadanía no lo tomen a mal, es por el bien de todos, atentamente El Jefe de Jefes”.

unto a dos cuerpos torturados se encontró en Moyotepec este narcomensaje: “Comando: Rafael Deita López (alias lágrimas) robo a mano armada, Maximino lopez por robo a casa habitación y robo de cobre de luz y fuerza y Telmex, tú sabes que esta plaza siempre ha sido mía nos equivocamos al poner un par de traidores y cobardes como el mp y el borrado de los cuales tú aprendiste las mañas, no seas cobarde… mi gente y yo estamos listos para pelear con quien sea, no me importa que te apoye el chapo, mago, nacho coronel, lobo valencia y los michoacanos, no vamos a permitir secuestros ni extorsiones deja de amenazar familias. Atte. Jefe de jefes”.

Ese fue el mes en que Héctor El Negro Saldaña y tres acompañantes fueron hallados en una camioneta en la delegación Miguel Hidalgo, al poniente de la ciudad de México, con un mensaje firmado por El Jefe de Jefes: “Por secuestradores. Job 38:15”. (Job 38:15: “Entonces la luz fue quitada a los impíos”.) Ese fue el mes en el que el alcalde de San Pedro Garza, Nuevo León, que medio año atrás había sido grabado al momento de afirmar que había llegado a un acuerdo con los Beltrán Leyva para detener los secuestros en el municipio, anunció la muerte de El Negro Saldaña —¡cuatro horas antes de que la policía se enterara!

Saldaña era un narcotraficante ligado a los Beltrán. Tras la detención de un operador de éstos, logró apoderarse de la plaza de San Pedro y comenzó el secuestro de familiares de la cúpula empresarial de Monterrey. Exigía rescates de hasta cinco millones de pesos y llegó a realizar hasta tres secuestros por semana. El alcalde de San Pedro, Mauricio Fernández, fue grabado en una reunión de empresarios ante los que confesó que eran los Beltrán, y no la policía, los que habían evitado que San Pedro Garza se deteriorara: sus familias vivían ahí, antes que traficar con drogas les interesa la seguridad de éstas.

“O sea, o montamos todo este aparato de seguridad, que ellos tampoco están en contra porque es para sus propias familias también… No sé cómo decirte, o sea, lo que yo voy a tratar de hacer, hasta ahora me estoy dando cuenta de que no está tan complicado como yo imaginé, porque los propios Beltrán Leyva están de acuerdo… Está más arreglado de lo que te puedas imaginar, si entramos rápido”.

La nueva estrategia de Arturo Beltrán, ¿consistía en pacificar los territorios donde operaba a cambio de que las autoridades lo dejaran traficar? Algunos analistas creyeron advertir que El Barbas dirigía toda clase de guiños al gobierno federal.

Desde su ruptura con El Chapo había vuelto a aliarse con Vicente Carrillo, pactó con Heriberto Lazcano, entabló relaciones con los sucesores de los Arellano Félix. No sólo controlaba la frontera norte, sino también el corredor del Pacífico. Según Jorge Fernández Menéndez, mientras El Chapo tenía los mejores contactos y la capacidad de operación para traer droga a México, Beltrán tomaba la frontera y una buena parte del litoral.

El enfrentamiento entre ambos capos explicaba la violencia en que el país había vivido sumergido. No era una lucha —dice Fernández Menéndez— por el control del territorio, sino por la supervivencia de sus cárteles.

En los peores días de la refriega con su antiguo aliado, Beltrán había hecho colocar esta narcomanta: “Con todo respeto a su investidura Sr. Presidente le pedimos que abra los ojos y se dé cuenta de la clase de personas que tiene en la PFP nosotros sabemos que usted no tiene conocimiento de los arreglos que tiene Genaro García Luna desde el sexenio de Fox con el Cártel de Sinaloa que protege al Mayo Zambada, a Los Valencia, Nacho Coronel y Chapo Guzmán… Pedimos que pongan a personas que combatan al narco de forma neutral y no incline la balanza a un solo lado”.

Sabía que estaba en marcha la cacería que terminó en la torre Elbus del fraccionamiento Altitude, el 16 de diciembre de 2009.


La batalla de Cuernavaca

Esta es la leyenda que ha quedado impresa en periódicos, revistas y declaraciones ministeriales. El sábado 5 de diciembre Arturo Beltrán Leyva fue padrino de un bautizo en Puebla. Permaneció en la entidad hasta el jueves 10, día en que decidió volver a Morelos. Su convoy era tan aparatoso que llamó la atención de la Policía Ministerial. Vino el tiroteo. La gente que caminaba por avenida Hidalgo y el bulevar Forjadores se tiró al piso. Dos judiciales quedaron heridos y un municipal murió.
Beltrán tuvo dejar atrás a cinco de sus gatilleros y también 11 vehículos. Huyó en helicóptero desde el hotel Villa Florida. Según el director operativo de la DEA, Anthony Placido, iba herido. El contralmirante José Luis Vergara, vocero de la Secretaría de Marina, dijo que no: la noche siguiente reapareció en una posada en el fraccionamiento Los Limoneros, a las afueras de Tepoztlán. El lugarteniente Manuel Briones, ex agente de la Policía Metropolitana que se integró al cártel como sucesor de El Borrado, se encargó de su seguridad. De Briones dependía el ejército de Halcones que realizaba en el estado labores de vigilancia: a él se le achaca el asesinato de 40 de los miembros “incómodos” de la organización delictiva.

Los sicarios que Beltrán había dejado atrás en Puebla fueron llevados en avión a las instalaciones de la SIEDO para ser interrogados. Una versión señala que el capo sinaloense había sido detectado por la DEA desde que visitó a un cirujano plástico en el Hospital Ángeles de Puebla. El cruce de datos provocó que en una reunión del gabinete de seguridad se decidiera entregar la información al almirante José Luis Figueroa. Desde la presidencia se ordenó que el operativo corriera a cargo de la Secretaría de Marina.

Alrededor de las dos de la mañana, cuando la música alcanzaba su mayor intensidad, la operación comenzó. Los marinos irrumpieron en el fraccionamiento. Vecinos reportan que la balacera duró dos horas. Beltrán volvió a dejar a sus sicarios atrás. Huyó en un vehículo Toyota, posiblemente en compañía de La Barbie. Briones, el encargado de su seguridad, bajó por una barranca y se escondió en la maleza un día entero. Municipales de Cuernavaca y agentes de la SIEDO aparecieron en el fraccionamiento cuando el tiroteo era más tupido, pero se retiraron sin tomar parte en la operación. La Armada aseguró a 40 personas, 11 de las cuales eran sicarios. El resto, músicos y sexoservidoras. En la casa fueron hallados 280 mil dólares, 20 armas, mil 700 municiones. Hubo tres muertos (entre ellos, una vecina del fraccionamiento). El vehículo en el que supuestamente habían escapado los capos fue hallado en Cuernavaca. Tenía huellas de sangre en la manija de la puerta izquierda y en el asiento delantero. Una versión señala que Beltrán volvió a ser detectado por la DEA tras recibir atención médica en un nosocomio de la capital morelense. Había dejado como domicilio el departamento que ocupaba en el condominio Altitude.

El 16 de diciembre los miembros del gabinete de seguridad fueron informados con sólo 20 minutos de anticipación de que la Armada iba a iniciar en Cuernavaca el operativo de captura de Arturo Beltrán Leyva. Se pidió al responsable de la 24 Zona Militar, el general Leopoldo Díaz, que cubriera el perímetro.

De acuerdo con documentos consultados por el reportero Ricardo Ravelo, un cocinero declaró que Beltrán Leyva iba a comer, aquel día, precisamente con el general Leopoldo Díaz. Declaró también que el capo estaba en compañía de La Barbie, pero que éste desapareció antes de que comenzaran las acciones. Beltrán había sido informado por su círculo de seguridad, Los Zafiros, sobre movimientos extraños en la calle. De acuerdo con el vocero de la Secretaría de Marina, supo que iban por él desde la una de la tarde, cuatro horas antes de que iniciaran los disparos, cuando un helicóptero sobrevoló el conjunto Altitude: “Él ya sabía. Cuando escuchó el ruido del helicóptero se percató de eso, entonces se fue a su lugar y se preparó para hacer frente; él sabía que tarde o temprano iban a llegar por él”.

A las nueve de la noche, con seis pistoleros, Beltrán inició la defensa. “Estuvo participando en el tiroteo en contra de nosotros, creo que eso habla de que no estaba herido”, explicó el vocero.

Según la Marina, desde el mediodía y hasta las cinco de la tarde, los integrantes de las fuerzas especiales desalojaron a los habitantes de las 12 torres que forman el conjunto Altitude. Más de 100 efectivos se desplegaron en el lugar. Se dio la orden de ataque: desde vehículos artillados los marinos accionaron ametralladoras 7.62. Beltrán y sus hombres respondieron desde las ventanas del departamento 201 con granadas y ráfagas de AK-47.

Dos sicarios que se hallaban en la planta baja abrieron fuego contra los miembros de la Armada. “Fueron abatidos de inmediato”. Otros tres resistieron el asedio durante cuatro horas. Un marino fue alcanzado por una granada de fragmentación en las escaleras de emergencia. Se decidió detener la incursión, hasta que el parque de Beltrán se agotara. Mientras, los vehículos artillados siguieron atacando. Dos sicarios de Beltrán murieron en la sala. Cuando comprendió que estaba perdido, un tercero, el hijo de un famoso narco, El Chalo Araujo, saltó por los ventanales para suicidarse. Durante su caída, una bala expansiva le reventó en la espalda.

La última comida de El Jefe de Jefes, el hombre que compraba voluntades a cambio de millones de dólares y traficaba cargamentos que se medían en toneladas; el hombre de las joyas, los animales exóticos, los ranchos, los palacios, las avionetas, consistió en unos huevos con jamón que bajó a sorbos dados a una Coca-Cola de plástico. Había hecho llamar a dos masajistas, una de 18 años, otra de 44, con las que pasó sus últimas horas.

Según la Marina, a las nueve de la noche Beltrán abrió la puerta del departamento y enfrentó a los efectivos con intenciones de huir hacia el elevador. Le dispararon a menos de tres metros de distancia. Una de las balas le arrancó el hombro de cuajo.

Las primeras fotos lo muestran, no en la puerta del departamento, sino en el interior de éste, con una bebida energética junto a las manos. De acuerdo con la versión oficial, los marinos lo hallaron con los pantalones en las rodillas y la playera alzada hasta el pecho. “Yo creo que él cayó herido y a lo mejor le aflojaron la ropa, lo jalaron y fue que quedó en esa posición. Ya estaba así”, dijo el almirante José Luis Vergara.

Una foto muestra a tres civiles embozados, vestidos con sudaderas y guantes de látex rojo, bajándole los pantalones hasta más allá de las rodillas, y colocando al cadáver sobre una sábana blanca. En una tercera foto, esos mismos personajes comienzan a desplegar, macabramente, joyas y billetes ensangrentados sobre el cuerpo.

No se ofreció explicación oficial sobre la vejación del cadáver. Tampoco sobre la identidad de los civiles embozados.

El almirante Vergara sostuvo que el objetivo de la Armada era capturar al delincuente con vida. “Pero asumió una actitud de no dejarse atrapar”. En un acta ministerial que las autoridades no han dado a conocer, las dos masajistas afirmaron que Arturo Beltrán se había rendido, que su último gesto fue el de entregarse, antes de morir desangrado en un departamento de lujo.

martes, 8 de diciembre de 2009

Convierten a Guasave en zona de guerra

Un grupo de sicarios que se enfrentó en la sindicatura de El Burrión sembró el terror entre los habitantes de esta comunidad y en donde la autoridad nada pudo hacer para frenar el poderío demostrado por los grupos armados.

Hasta ayer en la tarde, se hablaba oficialmente de un muerto y de varios heridos. De estos últimos, nadie pudo confirmar datos precisos.

La balacera fue tan intensa en varias calles de la sindicatura, de donde fueron levantados miles de casquillos y quedaron 15 vehículos abandonados con impactos de bala y sangre, seis de ellos son blindados y varios están marcados con la letra "X".

Se presume que luego de la refriega, los sicarios huyeron en tres grupos, uno con dirección a Culiacán, otro hacia Guasave, y el tercero hacia la sierra de Sinaloa.

Los hechos. Fue poco después de las 02:00 horas cuando recibieron el reporte en la Policía Municipal. Los habitantes buscaron los rincones más seguros al escuchar el tableteo de las armas.

También automovilistas que pasaban por el sitio tuvieron que resguardarse donde pudieron.

Los carros. En la gasolinera de El Burrión, ubicada por la carretera Internacional, quedaron 10 vehículos de modelo reciente.

En su interior quedaron cargadores llenos, sangre, y "charolas" de investigador de la Procuraduría de Justicia.

En el enfrentamiento se utilizaron balas calibre 50, 40 , y 7.62 milímetros.

Escena dantesca. En la cinta asfáltica fue encontrado el cuerpo de una persona totalmente destrozado y esparcido por partes en varios metros.

A un costado de los restos, había un cartón en el que se leía: "Traicioneros, el arreglo se ase (sic) para estar tranquilos Chapo Mayo si quieren pelear ch... van a tener ATTE ABL, Alfredo Beltrán Leyva".

El cuerpo tenía un tatuaje que decía "Navolato" y fue trasladado a Culiacán para sus estudios.

Tarde. Los elementos militares llegaron hasta el amanecer, cuando todo había pasado, cuando el miedo se miraba a flor de piel y el olor a sangre humana empezaba a dominar en una amplia superficie tapizada de casquillos de todos los calibres.

A esa hora de la mañana, los vecinos empezaron a salir de sus casas, ojerosos, con la duda en sus rostros y otros más mirando cómo habían dejado las fachadas de sus viviendas.

Ya en la tarde, Miguel Ángel Bojórquez, un músico que venía de Guamúchil, reportó que a las 02:00 horas en El Burrión, cuatro tipos encapuchados y bien armados lo despojaron de un Ford Mercury blanco.

Dos horas de infierno en El Burrión, una pesadilla con olor a pólvora.

María de los Ángeles Camacho y su familia se tiraron al piso en cuanto empezó la refriega, mientras las balas destruían vidrios, paredes y muebles. Esa es la pesadilla que vivieron habitantes de El Burrión, en un amanecer del que no daban crédito. Afuera, la movilización de militares, policías más que atemorizados, miles de cartuchos y municiones, autos, un muerto y un total hermetismo en la zona.

sábado, 21 de marzo de 2009

Capturan a hijo de “El Mayo” Zambada


El encargado de la red financiera del cártel de Sinaloa, Vicente Zambada Niebla, fue detenido el miércoles en la ciudad de México y presentado ayer por la Secretaría de la Defensa y por la Procuraduría General de la República.

La aprehensión de Zambada Niebla, uno de los principales líderes de la organización e hijo del capo Ismael El Mayo Zambada, se dio la madrugada del miércoles, luego de denuncias sobre la presencia de personas armadas en la colonia Jardines del Pedregal.

Militares y elementos de la Agencia Federal de Investigación (AFI) sorprendieron a Zambada y a su escolta a bordo de tres vehículos de lujo, y los capturaron en flagrancia por la portación de armas de uso reservado al Ejército, explicó Luis Arturo Oliver Cen, subjefe operativo del Estado Mayor de la Defensa.

Zambada Niebla es requerido desde 2003 por la agencia antidrogas estadounidense (DEA), por lo que enfrenta una orden de detención con fines de extradición.

La Secretaría de la Defensa mencionó que este sujeto es responsable del esquema operativo, logístico y de seguridad del cártel de Sinaloa, y tiene el mismo nivel en la estructura de mando que Joaquín El Chapo Guzmán e Ignacio Nacho Coronel, los otros dos jefes del grupo.

Información de Estados Unidos señala que Zambada operaba una red de empresas en Sinaloa, Sonora y Nayarit, la cual servía de “fachada” para lavar ganancias del tráfico de drogas.

El detenido está acusado de conspiración para importar y distribuir en Estados Unidos cinco toneladas o más de cocaína.