La guerra de cárteles le puso fin a la tranquilidad de la capital del Estado.
La industria del crimen organizado dejó de ocultarse en la sierra y ahora marcha sobre ruedas, surtiendo igual a pequeños consumidores que a grandes mayoristas, peleando mercado, dejando detrás una estela de violencia.
El entusiasmo que la construcción de cinco nuevas carreteras causa entre los empresarios, porque mejorará la movilidad de sus mercancías, se adivina también entre los traficantes de estupefacientes.
En tanto, el menú de las drogas y sus precios están disponibles hasta en los taxis de Durango.
Manuel, un hombre de unos 30 años con la uña del meñique crecida en forma de cuña, es el primero en ofrecerla: "Si les gusta, aquí hay de todo: cristal, éxtasis, también cocaína; 120 pesos una bolsita de lo que quieran. Si se animan, vamos por ella de una vez", dice mientras voltea a ver a sus pasajeros por el retrovisor.
Él es uno de los 4 mil taxistas que circulan en la Ciudad. Otros también ofrecen.
El cristal y el éxtasis se compran desde los 20 y hasta los 50 pesos en narcotienditas de las colonias Zapata, La Piedrera, Mayagoitia y Fuentes Leal, todas de la periferia.
Por esos rumbos vive gente de la sierra, muchos del llamado Triángulo Dorado, donde Durango colinda con Sinaloa y Chihuahua.
El bajo precio de las drogas sintéticas disparó el consumo y las detenciones.
La Policía Municipal detuvo el último año a mil 500 personas por venta, consumo o posesión de droga. El año anterior sólo fueron 700.
Eso es sólo a nivel micro. Lo mejor de la modernidad está por venir.
Cinco nuevos ejes carreteros conectarán a Durango con Fresnillo, Tepic, Culiacán, Parral y Mazatlán. Éste último mejorará la conexión entre el Pacífico y el Golfo de México.
Actualmente, la carretera Durango-Mazatlán es de 305 kilómetros y se recorre en seis horas porque es muy estrecha y con curvas.
El nuevo eje será de 230 kilómetros y se transitará en dos horas y media.
Este tramo conectará con el eje carretero que ya existe de Durango a Altamira, Tamaulipas, pasando por Coahuila y Nuevo León.
Los otros cuatro ejes acortarán las rutas hacia Estados Unidos.
Aunque geográficamente Durango siempre ha estado en el corazón del país, la falta de carreteras inhibía el tráfico de drogas.
Ahora, dice Juan Francisco Gutiérrez, presidente estatal de la Canaco, la infraestructura también la aprovechará el narco.
Oliverio Reza, el secretario del Gobierno estatal que fue designado vocero único para asuntos del narco, lamenta que el cultivo y tráfico de estupefacientes que estaba circunscrito a la sierra ahora utilice la Ciudad, y sea, además, una plaza que se disputen los cárteles.
Un 23 de mayo aparecen seis cabezas humanas dentro de hieleras, y la respuesta llega apenas cinco días después: más decapitados con narcomensajes escritos, casi todos contra jefes del Cártel de Sinaloa.
"Los amenazan. Les dicen que ya llegaron y que se van a quedar y que los van a ajustar y que ahí les mandan esa muestra", explica Reza.
El control
Lo llaman "El Grande" porque mide casi dos metros de altura. Tiene la piel blanca y es considerado un hombre extremadamente violento.
Según la Procuraduría General de la República, él controla la plaza de Durango para Arturo Beltrán Leyva, "El Barbas", del Cártel de Sinaloa.
Sergio Enrique Villarreal Barragán, el nombre de este ex policía ministerial de Coahuila, se conoció en febrero del año pasado, cuando fue capturado el subprocurador de Justicia de Durango, Hugo Armando Reséndiz, quien le daba protección.
"El Grande" sucedió a Arturo González Hernández, "El Chaky", detenido en abril de 2003 por el Ejército, y según fuentes federales, contribuyó a la ruptura de los Beltrán Leyva con Joaquín "El Chapo" Guzmán e Ismael "El Mayo" Zambada.
El pleito fue que los Beltrán Leyva incorporaron a "El Grande" al control del tráfico de drogas en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, que era una plaza de "El Mayo" Zambada.
En medio de esa pugna, la Policía decomisó el 17 de diciembre media tonelada de cocaína en la terminal aérea, lo cual derivó, en los siguientes siete días, en la decapitación de seis empleados aduanales.
Ese es el estilo de "El Grande", dicen las fuentes policiacas.
En Durango, las cabezas humanas que fueron abandonadas el 23 de mayo dentro de hieleras tenían amenazas escritas contra "El Chapo" y "El Mayo" Zambada.
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