El caso de Salma Hayek y Penélope Cruz, quienes se hospedaron en la casa de un narco durante el rodaje de Bandidas, muestra que los capos de la droga utilizan su poder económico para conocer a artistas o tener algún contacto, voluntario o involuntario con ellos
Los capos de las drogas no discriminan en cuanto a géneros musicales y gustos por sus artistas favoritos, ya que igual disfrutan la cercanía o los espectáculos de cantantes, actrices o comediantes que, cuando han sido cuestionados, niegan tener conocimiento de que el contratante o prestador de un servicio formara parte de cárteles de la droga.
Roberto Gómez Bolaños, Chespirito, de quien se supo hace unos meses que se presentó en el pasado en una fiesta del capo colombiano Gilberto Rodríguez Orejuela, se deslindó al señalar que nunca he tenido conocimiento de haber estado actuando para ningún narco. Cuando he dado un espectáculo, no solicito a todos los asistentes sus identificaciones y cartas de recomendación o de no antecedentes penales.
Y es que la presencia de Salma Hayek y Penélope Cruz en una casa de Sergio Villarreal Barragán El Grande, no es el primer caso de gente del mundo de la farándula que en algún momento se ve relacionada con narcotraficantes.
De acuerdo con información que dio a conocer EL UNIVERSAL, las actrices se hospedaron en la propiedad del narco, vinculado al cártel de los hermanos Beltrán Leyva, durante su presencia en Durango mientras realizaban el rodaje de la película Bandidas en 2004.
Sin embargo no es la primera ocasión en que un artista convive con traficantes de drogas, ya que el año, pasado Fernando Rodríguez señaló en su libro El hijo del ajedrecista, los nombres de famosos que actuaron en las fiestas que organizaba su padre, Gilberto Rodríguez Orejuela.
Entre los implicados en aquella ocasión se mencionaba a Roberto Gómez Bolaños, Chespirito, así comos los personajes de su serie televisiva El chavo del 8; así como a Juan Gabriel.
Pero no sólo Chespirito y Juan Gabriel figuran en la lista de invitados especiales a las fiestas del narcotraficante colombiano Gilberto Rodríguez Orejuela, actualmente preso en Estados Unidos y ex líder del cártel de la droga de Cali, también se mencionaron los nombres de Óscar D'León y la cubana Albita Rodríguez.
El autor también asegura que la cantante mexicana Gloria Trevi ofreció en la década del ochenta un concierto en Cali financiado con 300 mil dólares que su padre prestó a los organizadores, quienes luego devolvieron la suma “con una comisión que habían acordado previamente”.
Tal parece que los narcos latinoamericanos prefieren al talento nacional, ya que hace unos meses se dio a conocer que los más sobresalientes intérpretes mexicanos de música ranchera han visitado Guatemala para ofrecer conciertos privados, por cantidades millonarias, en las casas de los capos de ese país.
Los integrantes de los cárteles como los Lorenzana, los Mendoza, los Berganza o los León han utilizado en sus fiestas privadas a cantantes tan significativos como Los Tigres del Norte, K-Paz de la Sierra, Vicente Fernández o Marco Antonio Solís.
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