La noche del martes 7 de octubre, Jorge Abel Cázares Salazar fue alcanzado por la venganza mientras se disponía a disfrutar de una careada de volibol. Era el sexto de los nueve hijos de doña María de los Ángeles Salazar y don Benito Cázares Uriarte (finado) y no fue incluido en la red de narcotráfico y lavado de dinero que hicieron pública primero el gobierno de los Estados Unidos y luego la PGR.
Jorge Abel fue sorprendido durante un juego de volibol que se llevaba a cabo en una improvisada cancha ubicada en la colonia Díaz Ordaz. Eran acreedor de las 19:30 horas cuando llegaron al lugar dos sicarios y dispararon con fusiles sobre la humanidad de Jorge Abel. Cayó boca abajo y murió en unos segundos ante la sorpresa y el pánico de jugadores y espectadores, que buscaban donde protegerse.
Los que lo conocían supieron luego de dónde podía venirle la muerte, y los que no, luego sabrían que no era cualquier aficionado, a pesar de su aspecto común y corriente. Esa noche vestía un pantalón de mezclilla, camisa desfajada y guaraches de cruz.
Después de que el Ministerio Público realizó las diligencias acostumbradas, los servicios funerarios hicieron lo suyo. El cuerpo fue llevado al poblado el Hormiguero, Mocorito, lugar de origen de su esposa, donde sus restos fueron velados durante 72 horas, acompañados siempre con música de banda.
Asoma la muerte
Aunque los principales cabecillas del clan de los Cázares, Margarita, la Chiquis y Víctor Emilio, siguen operando actividades de narcotráfico y lavado de dinero, según las autoridades, han sufrido golpes severos, sobre todo en el seno familiar.
La noche del 9 de mayo pasado fue asesinado Arturo Meza Cázares, hijo de la Chiquis, cuando se encontraba platicando en el estacionamiento de un centro comercial con Édgar Guzmán López, hijo de Joaquín el Chapo Guzmán, quien también murió en el atentado.
Una semana antes había explotado la guerra en el seno de la familia conformada por los Guzmán Loera y los hermanos Beltrán Leyva, que modificó, no la estructura de los cárteles en México, pero sí el mapa criminal que hasta ese momento existía en el país y el control de los territorios para la producción y el trasiego de drogas ilícitas.
Este atentado, atribuido a las fuerzas de Arturo Beltrán Leyva, originó una desbandada en las familias de los principales narcotraficantes que operan en Sinaloa, que se refugiaron en otras ciudades y, en muchos casos, en otros países.
Otros eslabones
Hay varios momentos eslabonados en la crisis por la que atraviesa la familia Cázares. Todo empezó cuando la Administración de Drogas y Narcóticos (DEA, por sus siglas en inglés) dio a conocer que existía una organización que, partiendo de Sinaloa, estaba operando en 40 ciudades de la Unión Americana.
El primero de marzo de 2007, la DEA dio a conocer la detención de 400 narcotraficantes que operaban en su país y que eran comandados por Víctor Emilio Cázares Salazar, quien, en solo dos años, se había apoderado de buena parte del mercado de la droga en ese país.
Hasta entonces, las actividades de la familia Cázares no habían trascendido mucho a la opinión pública, salvo por la actividad de Blanca Margarita en la calle Juárez, donde controlaba el flujo cambiario de dólares.
El golpe de la DEA fue espectacular porque así se pretendió, pero no pasó mucho tiempo para que todos los detenidos volvieran a las calles, algo que no han investigado los periodistas norteamericanos que tanto gustan venir a Sinaloa a asombrarse con la corrupción que impera en el Gobierno.
Meses después vendría la segunda parte de show, pues en otro informe, ahora del Tesoro estadunidense, se dijo que Blanca Margarita Cázares Salazar operaba una red de lavado de dinero al servicio de Ismael Zambada.
Eso fue en diciembre de 2007. El 5 de marzo de 2008, dos meses antes de la muerte de Arturo Meza Cázares en el City Club, había sido aprehendido su padre, Arturo Meza Gaspar, en la Ciudad de México, esposo de Blanca Margarita Salazar y considerado por el gobierno de los Estados Unidos como uno de los principales operadores para el lavado de dinero de la organización del Mayo.
Arturo Meza Gaspar, esposo de La Emperatriz, y sus tres hijos mayores: Arturo, Gipsy y Lizbeth Meza Cázares, fueron identificados por el Departamento del Tesoro Norteamericano como propietarios de decenas de “empresas pantalla” y sus activos en México.
Días después, el 26 de marzo, en seguimiento de la detención de Arturo Meza, fueron detenidos cuatro cómplices más de la banda de la Chiquis, también en la Ciudad de México.
Esa vez, la Policía Federal informó que los trabajos de inteligencia de gabinete y campo permitieron la aprehensión de María Tiburcia Cázares Pérez, Irma María Cázares Pérez, Efraín Cázares Pérez y Nayeli Zazueta Cázares.
Todos ellos habían sido incluidos en la lista de operadores financieros a las órdenes de Blanca Margarita Salazar, bautizada por los gringos como La Emperatriz.
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