El escudo de policías corruptos que tenía para su protección Jesús El Rey Zambada, se desmoronó en una balacera de 20 minutos. En medio del fuego cruzado y copado por agentes federales, desde su reducto en la azotea de un edificio de la colonia Lindavista, El Rey hizo un último intento y llamó tres veces a quien presuntamente era su alfil infiltrado en la Secretaría de Seguridad Pública Federal (SPPF), el subdirector de Investigación de Delitos, Édgar Enrique Bayardo del Villar.
—“¿Qué pasó ahijado? Ya nos estamos agarrando a chingadazos—, le dijo Zambada al jefe policiaco y a quien presuntamente le pagaba para su protección 25 mil dólares mensuales. Del otro lado del aparato, Bayardo del Villar contestó: “Ya voy, padrino, ya voy”. Pero nunca llegó.
En el momento más álgido del tiroteo, El Rey Zambada llamó a otro jefe policiaco de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) del Distrito Federal, al que no se identifica por su nombre: “oiga, ahijado, por favor mándeme a la pitufada, porque no sé si son contras o gobierno”. Tampoco recibió el apoyo, de acuerdo con la versión ofrecida a fiscales federales por el testigo protegido Rambo III en la averiguación PGR/SIEDO/UEIDCS/350/2008 y a la cual tuvo acceso EL UNIVERSAL.
En la desesperación, Zambada llamó nuevamente a Bayardo del Villar y le dijo: “ahí le encargo a mis hijos, ahijado, me la voy a rifar. Yo no voy a dejar que me agarren, y si no, me voy a matar”. Antes de ser detenido, El Rey Zambada le quitó una pistola a Ricardo Flores Quintana, El Richard o El R, su hijastro, y cuando la llevaba a su sien otro hijo le gritó: “Apá, está loco, piense en nosotros, en sus nietos, en sus hijos”, y en ese momento fueron detenidos por policías que no estaban a su servicio.
Concluía así la carrera criminal de este hombre de 47 años, quien estuvo a tres semestres de terminar la licenciatura en Contaduría y se define como comerciante con ingresos de 45 mil pesos, pero que la Procuraduría General de la República lo señala como jefe de la célula del cártel del Pacífico en el DF. De hecho, el imperio criminal que construyó en la ciudad de México con complicidad de policías, comenzó a desmoronarse tras la llamada anónima que recibió la SIEDO.
La delación que llevó a dar con El Rey Zambada ocurrió a las 11:00 horas del pasado 20 de octubre. Una persona con acento norteño, de acuerdo con el oficio PGR/SIEDO/UEIDCS/1016/2008, señaló: “en el domicilio ubicado en la calle Wilfredo Massieu número 430, colonia Lindavista, delegación Gustavo A. Madero, hay varias personas armadas y son narcotraficantes”. Y fue explícito: “es gente de El Mayo Zambada y si van los pueden detener, entre ellos está su hijo”.
Dos horas más tarde, un grupo de agentes federales llegó al domicilio. “ahí están, ahí están”, gritó uno de los policías que se acercó al portón y así inició el fuego entre policías y delincuentes. El Rey Zambada subió con sus dos hijos a un Jetta blindado, abrió el portón, pero una camioneta frenó su huida. El Richard iba a lanzar una granada, pero su padre se lo impidió.
Entonces, los tres bajaron del auto. Corrieron hacia la izquierda de la casa. Saltaron la barda hacia un edificio, donde llegaron a la azotea. Uno de los hijos de Zambada relató: “Le dije a mi padre que le marcara a Bayardo para que nos ayudara, porque mi papá le había dado mucho dinero para que lo protegiera”. Llamó, pero nadie llegó. El Rey perdió a sus súbditos en el momento que más los necesitaba.
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